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El Telégrafo

El trasero de Harry y los senos al aire de la princesa

21 de septiembre de 2012

“Todo lo que se hace en Las Vegas, se queda en Las Vegas”, es la consigna de todos quienes llegan a la ciudad del deseo, la diversión y los casinos. Y casi siempre es así. Salvo que seas famoso o príncipe. Tal como le sucedió a Harry de Inglaterra, su juego que terminó en desnudo completo fue grabado y de inmediato el mundo conoció el blanquísimo y real trasero del príncipe. La Reina recriminó a Harry y lo envió a pagar las culpas con visitas de acción social.

Pero de inmediato, en otro lado del mundo, la esposa del príncipe heredero Guillermo, Kate Middleton, duquesa de Cambridge, apareció en primera página del periódico Closer en su residencia, de la Provenza francesa, en bikini y con los senos descubiertos. Y esto sí indignó a la familia real, lo que les llevó a poner una demanda en un tribunal francés por haber violado su derecho a la intimidad. Pero la respuesta fue que otros cuatro medios impresos también publicaron las fotos. Esto ha generado un gran debate.

Las revistas invocan la libertad de información y la familia real, el derecho a la intimidad y al honor. Debate que, en este caso, su conclusión es casi unánime. El tribunal francés tiene razón y los medios deben ser sancionados. La princesa estaba en un espacio privado, su casa, y en un momento de intimidad con el príncipe Guillermo. Pero, además, las 15 fotos fueron robadas. Por tanto, todos coinciden, incluso el diario El País, en que “no solo la justicia, sino también la ética periodística, indican que esas fotos no debieron publicarse”.

Hace poco un amigo que vive en los Estados Unidos me llamó indignado para decirme: “Tu Presidente está loco, cómo se le ocurre cerrar universidades”. Le respondí que no era así, que de dónde sacó semejante mentira. Me dijo: “Acabo de leer la primera página de un periódico: “Gobierno cierra universidades”. Me alargué explicándole el proceso de reestructuración que vive la educación superior en el país y que lo que se habían cerrado eran las universidades de categoría E, que no pasaron el proceso de evaluación. Al final, mi amigo entendió, pero me dijo. “¿Qué clase de periódicos hay en Ecuador que desinforman de esa manera?”. Ese es, justamente, el daño que intencionalmente quieren hacer al Gobierno, respondí. Y nos despedimos.

Lo grave es que, una y otra información, se dan todos los días. Y lo peor es que, en el caso de Ecuador, esas falsas informaciones son absolutamente premeditadas y con total mala fe. No se compadecen con los más elementales principios éticos y mínimos deberes y responsabilidades del ejercicio periodístico. Esos principios ya poco importan, con tal de hacer oposición. Y como ya viene la campaña electoral, seguro será peor. Solo importará afectar al Gobierno con un único fin: intentar, desde el poder de la prensa, restar votos al candidato Presidente.        

Aquí también podemos decir lo mismo que con la princesa Kate. No solo por justicia, sino también por ética periodística, esos artículos y esos titulares nunca deberían publicarse.

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