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El Telégrafo
Melania Mora Witt

EL TELÉGRAFO, diario público

24 de enero de 2015

Fundado en 1884 por don Juan Murillo Miró, en medio de vicisitudes que reflejan en buena medida las del país, EL TELÉGRAFO, diario guayaquileño de circulación nacional, arriba a los 131 años de existencia. Tanto Murillo, que lo dirigió en su primera etapa, como don José Abel Castillo, en la segunda, compartieron el afán de incorporar al Ecuador al grupo de países en los que ya existía una prensa progresista, en consonancia con el tiempo de su fundación. Su propio nombre hace honor al novísimo invento de entonces, habiendo sido el primero en utilizarlo.

La posición política de su fundador, que denunciaba las arbitrariedades del gobierno de Plácido Caamaño, lo llevaron al exilio. Por una paradoja histórica, Murillo, que se había instalado en Chile, descubrió el escándalo de la ‘venta de la bandera’, cuyo principal responsable fue el mismo Caamaño que lo desterró. Don José Abel Castillo, de la misma línea política que su predecesor, hizo la denuncia que culminó -por el rechazo del pueblo ecuatoriano- con la caída del gobierno de Luis Cordero y el triunfo de la Revolución Liberal encabezada por el general Eloy Alfaro.

Esos son los antecedentes del hoy primer diario público del país. Don José Abel Castillo y sus herederos hicieron de EL TELÉGRAFO el principal matutino del Ecuador. Durante décadas, nucleó a los más destacados elementos de la intelectualidad guayaquileña y nacional. Manuel J. Calle, Medardo Ángel Silva, José H. Simmonds, los integrantes del Grupo de Guayaquil tuvieron cabida, igual que intelectuales extranjeros radicados en el puerto.

La decadencia del diario, ocurrida especialmente cuando pasó a manos de un banquero, terminó con su recuperación para el gobierno de la Revolución Ciudadana, en la que tuvo parte activa la ingeniera Gloria Sabando. Desde entonces se lo fortaleció, otorgándole los recursos necesarios, a fin de convertirlo en un centro editorial dotado de la más moderna tecnología. Allí se imprimen los textos que son entregados gratuitamente a los alumnos de los planteles fiscales del país y una serie de publicaciones adicionales, pues la planta tiene posibilidades muy amplias.

Desde 2008 he tenido la suerte y el honor de formar parte -con un breve intervalo- de su directorio. En tal calidad puedo dar fe de los grandes esfuerzos realizados para que se convierta en lo que es hoy: una empresa de calidad internacional que ha ganado numerosos premios. He tenido durante estos años la oportunidad de compartir esa responsabilidad con otros miembros, como Ilitch Verduga, Bolívar Triviño, Nancy de Ramsey, Rafael Balda, Douglas Armijos, Fabricio Gavilanes. He sido testigo del afán de Fernando Alvarado, José Orús, de su director Orlando Pérez y de sus gerentes. Ha sido una experiencia enriquecedora y grata.

Al convertirse en diario público, hago votos porque progrese y mantenga el espíritu con el que fue fundado: para robustecer los derechos de las grandes mayorías del país y compartir, en forma independiente y plural, el desarrollo de la vida democrática del Ecuador.

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