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El Telégrafo

El sheriff Arpaio

02 de febrero de 2012

Al sheriff del condado de Maricopa en Arizona, Joe Arpaio, le gusta presentarse como el más duro de Estados Unidos. Cazador de indocumentados e inventor de una cárcel en la que los prisioneros sobreviven en tiendas de campaña -en medio del desierto-  a más de 50 grados centígrados a la sombra, en época de verano.

En la cárcel de Maricopa los detenidos visten un uniforme sacado de las viejas películas estadounidenses: a rayas blancas y negras. Los prisioneros trabajan diariamente en cuadrillas  limpiando calles o pintando paredes, con grilletes colocados sobre sus tobillos. 

“No quiero que ningún jefe de Policía o político me venga a decir que no puedo meterlos en la cárcel, porque el sheriff no tiene más espacio”, explica Arpaio. Su récord de detenciones de indocumentados y deportaciones -una cuarta parte de las de todo Estados Unidos- se ha convertido en la pesadilla de los emigrantes.

Muchos detenidos suelen quitarse -por el calor- la camisa a rayas blancas y negras, que -además- tiene el lema “preso del sheriff” sobre la espalda, que forma parte del uniforme reglamentario de la cárcel. Por el borde del pantalón les sobresale el calzoncillo rosado, también obligatorio, que hace juego con los calcetines y toallas del mismo color que recibe cada preso cuando ingresa a la cárcel.

El color de la ropa interior fue escogido por el efecto “tranquilizador” que tiene, según Arpaio. Una humillación más, inventada por este xenófobo. 

¿Se habrá olvidado Arpaio que su padre italiano también llegó como emigrante a los Estados Unidos? ¿Conocerá el sheriff que hay millones de aves, peces y animales terrestres que viajan por todo el planeta en busca de alimento? ¿Sabrá el sheriff que hay miles de especies que se movilizan cada año hacia lugares que favorezcan el nacimiento de sus crías? ¿Estará en capacidad de comprender que la ciudadanía es planetaria, porque la humanidad también lo es?

La humanidad tiene que avanzar al pleno reconocimiento de la ciudadanía planetaria, por sobre la oposición de quienes permiten el paso de mercancías y penalizan el paso de seres humanos. Vivimos la deshumanización extrema de un sistema codicioso, especulador y depredador, que manipula también los flujos migratorios para conseguir mano de obra barata. 

Se ofende al planeta con alambradas, muros y miles de controles fronterizos. La ciudadanía universal debe ser reconocida y respetada.

Los xenófobos como Joe -que están en varios países- deben quedar para el registro de la historia como lo que son: seres que avergüenzan a la especie humana.

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