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El Telégrafo

El riesgo de las calificadoras

09 de enero de 2013

¿Puede una agencia bursátil y corporativa, nacida de los intereses del capital, calificar las condiciones económicas y sociales de un país? La respuesta es que las calificadoras de riesgo tienen “el poder” de juzgar las acciones humanas y de los gobiernos de los países que les interesa. Pero, ¿es eso ético?  Por supuesto que no.
Las calificadoras de riesgo están cuestionadas. Argentina es el país más crítico de las calificadoras, debido a que ha recibido una “baja calificación”, e incluso ha sido penalizada por el repago de su deuda externa.

La presidenta argentina Cristina Fernández propuso en la última reunión de jefes y jefas de Estado del Mercado Común del Sur (Mercosur), celebrada en Brasilia en diciembre del año pasado, crear una calificadora suramericana. Los europeos, por su parte, también han propuesto crear una calificadora europea, ya  que las tres grandes son de Estados Unidos (Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch). China tiene una calificadora propia, que le es conveniente desde  el punto de vista geopolítico.  

Aparte de las calificadoras hay otros índices que miden el grado de simpatía con el capital: el EMBI (Indicador de Bonos de Mercados Emergentes), de JP Morgan; el Country Risk Guide, de Reuters; el índice de competitividad, del World Economic Forum; el Political Risk, de Eurasia Group; la calificación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD); y el riesgo país, de Coface (aseguradora estatal francesa).

Haciendo un poco de memoria, no debemos olvidar el triste papel que tuvieron las calificadoras de riesgo en predecir la crisis capitalista de 2008-2009. La misma Subcomisión Permanente de Investigaciones del propio Senado estadounidense señaló, luego de la crisis, que dos de las calificadoras (la Moody’s Corporation y la Standard & Poor’s) recibían importantes comisiones de los bancos, con la finalidad de generar niveles de confianza poco aconsejables para bonos de alto riesgo.

Pero lo que más nos llama la atención es que, en días pasados, la Standard & Poor’s –una de las más importantes calificadoras de riesgo del mundo- se autoconcedió el derecho de subir la nota a Grecia, reconociéndola como un país pobre pero algo más confiable. ¡La Standard & Poor’s, agencia estadounidense de cuidados del capital, califica hoy con descaro la economía de Grecia! 

Cabe una pregunta final: ¿qué intereses están escondidos detrás de estas agencias que hoy arbitrariamente se toman la libertad de calificar como riesgosos a determinados países, con los criterios que a su capricho creen conveniente aplicar?

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