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El Telégrafo
Samuele Mazzolini

El recrudecimiento del racismo en Italia

18 de noviembre de 2014

La crisis que enfrenta el Viejo Continente abre las puertas a soluciones de tipo radical. Estas, sin embargo, pueden diferir mucho en cuanto a rumbo ideológico. España y Grecia se encaminan hacia opciones políticas que cuestionan de manera sustancial las estructuras que han causado un desastre socioeconómico sin antecedentes en la historia reciente. No es un camino de salida obligado a la crisis, sin embargo: ahí donde la izquierda no es capaz de innovarse y presentar un programa de rescate ciudadano incluyente e igualitario, siempre está latente la posibilidad de que ese malcontento sea interceptado por la derecha más reaccionaria.

En este sentido, lo que ha estado ocurriendo en las últimas semanas en Italia despierta señales de alarma preocupantes. Muchos se acordarán de la existencia de la Liga Norte, un partido que osciló por mucho tiempo entre la descabellada idea de secesión del norte de Italia y un federalismo antisureño, mezclando su antipatía por el Mezzogiorno de Italia con una repulsión maníaca hacia los migrantes. Hegemónica en numerosas zonas septentrionales, la Liga Norte se impuso en los años pasados como uno de los aliados clave de Berlusconi, cayendo luego en desgracia a causa de la fragmentación de la derecha tras el derrumbe político del magnate milanés y a unos graves escándalos de corrupción que mermaron su reputación de partido integérrimo.

Su nuevo líder, Matteo Salvini, es un joven embustero de labia fácil y escasa cultura, quien ha logrado resucitar un partido que muchos analistas habían dado por muerto. Lo ha hecho movilizando con un ímpetu inaudito la intolerancia más racista hacia los migrantes y minimizando la histórica misión de ‘salvación’ del norte de Italia. Esto le ha permitido juntar fuerzas con otros sujetos de índole parecida, como el grupo neofascista Casa Pound, y subir su perfil incluso en el sur del país,  algo que habría parecido impensable hasta hace poco tiempo.

A las palabras han seguido las acciones, o sería mejor decir las provocaciones. Salvini recientemente quiso -aunque sin éxito- visitar provocadoramente un campamento de la comunidad rom, una de las más fustigadas por sus ataques; otros miembros de su partido, en cambio, han acudido a Tor Sapienza, un degradado barrio de la periferia de Roma en el cual se ha desatado un pogromo antimigrantes, para aplaudir y demostrar respaldo a ciudadanos que, en realidad, han confundido quiénes son sus verdaderos enemigos.

Es justamente sobre la base de esta confusión que abundan cada vez más los episodios de odio que los penúltimos dirigen hacia los últimos: una lucha entre pobres que envilecerá ulteriormente la atmósfera de crisis en que vive Europa. Italia, donde Salvini quiere transformar su Liga Norte en una verdadera Liga Nacional, al estilo del Front National francés de Marine Le Pen -con la cual Salvini ama aparecer en foto-, parece condenada a transitar entre una transformista socialdemocracia neoliberal y una derecha desvergonzadamente racista. ¿Dónde está el Pablo Iglesias italiano?

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