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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

El progreso científico y la estabilidad del planeta

13 de enero de 2015

El Dr.  Jorge Reynolds, científico colombiano, experto en nanotecnología, pionero mundial en la construcción del primer marcapaso, en su conferencia en la Casa de América (Palacio de Linares Madrid), como invitado a un congreso de mentes brillantes, disertó sobre el progreso experimentado por el indicado dispositivo a partir de su primera implantación en un humano, que curiosamente fue un paciente guayaquileño, sacerdote de nombre Gerardo Flores, quien con más de 70 años y cuatro paros cardíacos no tenía posibilidades de vivir, razón argumentada para someterse a la implantación del marcapaso y llegar hasta los 104 años.

El primer marcapaso, con su batería de carro, pesaba por lo menos 50 kilos y el paciente lo arrastraba en un carrito. Actualmente el Dr. Reynolds informa que con el desarrollo de los transistores, el dispositivo tiene un espesor de entre una y tres monedas de euro apiladas y el que actualmente se está desarrollando a corto plazo “tendrá el tamaño de aproximadamente la cuarta parte de un grano de arroz y funcionará con la energía generada por la contracción del mismo corazón”. El inventor añadió que el costo de la operación, que actualmente fluctúa en alrededor de 15 mil dólares se reduciría a la décima parte. El tiempo necesario para la implantación tardaría de 10 a 15 minutos y el tratamiento podría ser ambulatorio, eliminando los riesgos de la hospitalización, manteniendo posterior comunicación permanente con el médico ante cualquier evento.

Reynolds Pombar no es médico, se graduó como ingeniero electrónico en Trinity College, Cambridge, pero entendió cómo funciona el corazón en su práctica interdisciplinaria con colegas que tenían objetivos similares, por eso considera valioso y recomienda el establecimiento de grupos interdisciplinarios de investigadores para el progreso científico.

Asimismo, advierte que el rápido progreso de la medicina permite suponer que a corto plazo se resolverán problemas de salud, como el cáncer y el alzhéimer, prolongando fácilmente la vida humana hasta los 100 años; además, que los niños nacidos en estos últimos años tienen una esperanza de vida de hasta 140 años, lo cual vuelve difícil hacer previsiones de escenarios más allá de 25 años y plantea la necesidad urgente del mantenimiento de la sostenibilidad de los recursos del planeta, especialmente el agua y el aire, que serán invalorables. La gente de los países industrializados ya soporta estos cambios ambientales negativos cuando encuentra que en sus cortas vacaciones cada vez está más lejano y les cuesta más caro el agua limpia y el aire puro.  

Estos cambios en los países industrializados ensanchan la brecha con los países en desarrollo y la solución no tiene otro camino sino aprovechar la experiencia acumulada, estableciendo grupos interdisciplinarios con los nuevos científicos.

Esta lección también me dieron en un próspero sistema de riego andino, dirigido por un eficiente joven asistido por un viejo. Extrañado por esta rara mancuerna, pedí una explicación a los del directorio y me contestaron: “El viejo le da cabeza”.

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