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El Telégrafo

El primer gran paso: Banco del Sur

14 de junio de 2013

La reestructuración de la arquitectura financiera regional ha sido el ruido blanco de la integración. Los avances han sido lentos, los intereses disímiles y la progresión de sus diferentes enfoques, asimétrica. Nuestra mirada regional, integracionista, bolivariana y de la Patria Grande es un cuento que no se lo ha comido el que debe comérselo: Brasil. Y es que Brasil, por el monstruo económico y político en el que se ha convertido, busca la liberalización financiera antes que la cooperación para el desarrollo regional. Pero esto no ha descorazonado al resto del continente. A instituciones establecidas y legitimadas, como el FLAR, y a otras nacientes que han llamado la atención hasta de los más escépticos, como el Sucre, se  suman ahora los primeros pasos para concretar el Banco del Sur.

El Banco del Sur debe trascender la coyuntura para afirmarse como un proyecto amplio de cooperación igualitaria, desde donde se soliciteY es un hecho histórico la consolidación de esta propuesta. No es un prestamista de última instancia. Es la concreción de un camino para el desarrollo, y no un fin en sí mismo. Es darle a la región una institución autóctona, construida a la medida de nuestras necesidades y que responde a nuestros intereses. Después de más de 60 años dependiendo de instituciones creadas a partir de la repartición del mundo posguerra y que sirvieron como mecanismo para avanzar los intereses del norte, ahora estamos ante la posibilidad de tener una auténticamente del sur; respondiendo a los intereses del sur.

Dicho esto, no es suficiente creer que la cooperación sur-sur es moralmente superior a cualquier otro tipo de cooperación, por el hecho de venir del sur. La cooperación desde China, cooperación únicamente de nombre, por lo menos nos ha librado de la condicionalidad en la transferencia de capitales, pero en el resto se ha comportado como cualquier otro banco internacional. Pero ha sido una salida necesaria ante la necesidad de capital, que ya no viene del FMI ni del BM, en parte porque hemos mantenido una postura abiertamente hostil contra ellos (y con razón), en parte por nuestra negociación de la deuda externa. El Banco del Sur, en ese espectro, podrá ser un colchón necesario para el futuro.

El Banco del Sur deberá trascender la coyuntura para afirmarse como un proyecto amplio de cooperación igualitaria, desde donde se solicite. El escepticismo que puede crear en Colombia y Perú, e incluso Brasil, deberá ser superado a través de la legitimidad que da una institución coherente y eficiente. Y podremos decir, por fin, que hemos dado un paso sólido hacia la soberanía regional.

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