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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

El planeta azul

29 de abril de 2014

Las fotos captadas por los astronautas en sus viajes espaciales identifican a nuestro planeta por el color azul, tonalidad expresada por la presencia de la superficie de los océanos y los gases de la atmósfera, cobertura terrestre sin la cual no sería posible la vida.

Esta característica excepcional de nuestro planeta se reconoce por primera vez el 22 de abril de 1970, estableciéndose el Día de la Tierra (nuestros antepasados precolombinos tenían con igual finalidad un recordatorio el 22 de septiembre) con el objetivo de desarrollar una conciencia medioambiental mundial, cada vez más necesaria ante la extinción de especies vegetales y animales y la degradación del aire, agua y suelo, provocadas por la contaminación ambiental de las industrias de los llamados países desarrollados y la explotación irracional de los recursos naturales de los países del Tercer Mundo.  

Las intervenciones artificiales extrañas en un medio ambiente natural, con la finalidad de aprovechar sus recursos, ocasionan cambios. Estos cambios pueden ser negativos, el límite para que estos no provoquen deterioros permanentes está en el concepto de resiliencia, término empleado en ecología de comunidades y ecosistemas para indicar la capacidad de absorber perturbaciones sin alterarse en forma permanente.  

Los proyectos para el aprovechamiento de los recursos naturales renovables en general -y en particular los agrícolas-, para mejorar su productividad, establecen la modernización tecnológica, operación que, además de los resultados positivos, también origina consecuencias negativas, las cuales deben ser controladas para la estabilidad del medio ambiente, cuya preservación es indispensable para mantener una producción sustentable.

El concepto de producción sustentable, rescató frente a la agronomía clásica la orientación agro-ecológica para la administración eficiente de los recursos naturales renovables, incorporando un enfoque sistémico relacionado al medio ambiente natural y bienestar social, centrado no solo en la producción, sino también en la sostenibilidad ecológica del sistema de producción mediante la planificación interdisciplinaria, considerando los conceptos de resiliencia para mantener su renovación natural incorporando la perspectiva social, económica, política y cultural en las estrategias y decisiones de los proyectos de desarrollo agrícola, introduciendo tres elementos clave: la preocupación medioambiental, el enfoque ecológico y la preocupación social para que el planeta azul siga siendo vital.

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