Profundamente carismático y con un poder de convocatoria excepcional, capaz de movilizar junto a él a cientos de miles o a millones de personas, como sucedió en Filipinas, en donde el papa Francisco se vio rodeado de seis millones de personas que aplaudían su nombre. Algo que ni reyes ni políticos del mundo, ni estrellas del espectáculo internacional han podido igualar, por muy grande que haya sido el empeño puesto en ello.
Afable, sencillo, pese a ser un hombre tan ilustrado y sabio, el argentino Jorge Mario Bergoglio, luego de dos años de haber accedido al solio pontifical de la Iglesia católica, ha conquistado las simpatías y el corazón de los millones de feligreses que de manera permanente se encuentran pendientes de las palabras, los periplos iniciados por el Sumo Pontífice y las dos encíclicas que se conocen. La primera, Lumen Fidei fue publicada en 2013. El título de la más reciente, Alabado seas, está tomado del cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís, el santo del cual el Papa tomó su nombre.
Preocupado por “el cuidado de la casa común”, el Papa motivó a los católicos a poner suma atención a las situaciones de degradación ambiental que sufre nuestro planeta. Pero su preocupación va mucho más allá y se refleja en diversas frases que él ha dado a conocer al mundo, junto a otras palabras suyas, siempre cargadas de profunda sabiduría, valentía y sinceridad:
“Un capitalismo salvaje ha enseñado la lógica de las ganancias a cualquier costo, de dar con el fin de conseguir sin pensar en la explotación de las personas (…) y vemos los resultados en la crisis que estamos viviendo”.
“El ser humano está en peligro, pues en el mundo no manda el hombre sino el dinero”.
“Pagar salarios en negro es un pecado gravísimo. Los cristianos que lo realizan y luego ofrecen donativos a la Iglesia, están utilizando a Dios para encubrir la injusticia”.
“Algunos creen, perdonad la expresión, que para ser bueno y católico tenemos que ser como conejos”.
“La hipocresía es el lenguaje de los corruptos”.
“Ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo”.
“Cristo nos guía a salir cada vez de nosotros mismos, para entregarnos y servir a los demás”.
“Él es el Señor del tiempo, nosotros somos los señores del momento. Vayamos a lo eterno del tiempo, no a lo pasajero del momento”.
“El dinero debe servir, no gobernar”.
“No debemos tener miedo de la solidaridad de poner a disposición de Dios lo que somos y tenemos”.
“El consumismo nos impulsa a desechar. Pero la comida que se tira a la basura es el alimento que se roba al pobre, al que pasa hambre”. (O)