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El Telégrafo

El ovillo griego

14 de junio de 2012

os rumores de que Grecia abandonará el euro en corto tiempo son cada vez más fuertes. La gota que derramó el vaso de los más optimistas parece ser las elecciones griegas de este domingo que, según los últimos sondeos, dejaría la situación institucional muy complicada, sin mayorías claras y con más diputados contrarios al rescate, que a favor.

Los helenos con recortes asfixiantes no salen aún de la penumbra dejada por los banqueros responsables de la crisis.
Que Grecia salga del euro no es tan fácil. Primero tiene que haber un cambio de moneda, y para que no haya una fuga de capitales tiene que haber un congelamiento de depósitos bancarios. Posiblemente haya un impago de deuda total, incluso a los fondos prestados por el salvataje. Luego está el problema de la nueva moneda, que nadie la querría, puesto que se devaluaría en las primeras horas de cotización.

El segundo problema, el que más afectaría a toda la región, es que si un país se puede salir del euro, se pueden salir todos. Los países más complicados con la crisis, entre los que se encuentran España e Italia, sufrirían una estampida de capitales.

Según el premio Nobel de Economía de 2008, Paul Krugman, a Grecia le queda poco tiempo en la zona euro y precisó que otros países de la Unión seguirían sus pasos. Acotó también que es probable un corralito financiero, tanto en España como en Italia, y la única salida es que Alemania relajara su política de recortes impuesta al resto de la Eurozona. Su pronóstico es bastante catastrófico, pero tiene razón en que una salida de Grecia de la Eurozona daría una mala señal a los mercados.

Por otro lado, para los Estados Unidos es de vital importancia que Europa retome su ritmo de crecimiento y creación de empleos, lo que repercutiría en un aumento de las exportaciones norteamericanas hacia la Unión Europea. Una pronta recuperación de dicha región surtiría efectos positivos en la recuperación económica de EE.UU., algo que Obama vería con optimismo.

El rápido arribo del presidente francés a la Casa Blanca para el encuentro del G8 buscaba, entre otras cosas, detener esos malos presagios de Krugman y recabar el apoyo de los grandes líderes que se reunieron hace 15 días en Camp Davis, para desenredar el ovillo griego y evitar un posible alejamiento de ese país de la zona euro.

En conclusión, se avizora una salida complicada a una crisis tortuosa, pero desde luego empeorada por el actual embrollo político de Europa, que no se logró resolver en la época boyante de la economía y que ahora es más difícil de solucionar. Por ello, el economista Marshall Auerback, profesor de la Universidad de Wisconsin, dijo: “Lo que está sucediendo en la zona euro es un auténtico golpe de Estado financiero por parte de los mismos que causaron la crisis”. En consecuencia, cabe la pregunta: ¿Se puede seguir rescatando bancos con dinero público sin que los responsables de crear la crisis paguen por sus “errores” o deliberados actos de corrupción?.

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