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El Telégrafo

El nuevo maestro de la Revolución Ciudadana

14 de abril de 2012

Hoy, para ejercer el magisterio en los niveles primario y medio, como requisitos exigibles, consta el título de normalista y de profesor de secundaria extendido por los institutos normales y las facultades de Educación. En el ámbito superior, no hay instituciones de formación académica para el ejercicio de la docencia universitaria. Jamás se han aplicado pruebas de aptitudes y vocacional a los estudiantes que aspiran a prepararse para maestros, ni tampoco a los graduados que pugnan por ingresar al magisterio nacional. A esta causal de la crisis en el sistema educativo se agregó la nociva injerencia política, principalmente del MPD, que con audacia manejó concursos de méritos y acaparó privilegios para sus “intrépidos y envalentonados dirigentes”.

La educación ecuatoriana no ha colapsado, por el aporte valioso, en el pasado, de grandes maestros que cumplieron su sagrada misión; y en el presente, muchos jubilados, en el silencio del aula, tras años de enseñanza, entregaron a sus alumnos mensajes de respeto, solidaridad, optimismo y visiones de triunfo. En el mes del maestro recuerdo a excelsos educadores que en el arcano del tiempo irradian luces de su fecunda labor espiritual, convencidos de que el maestro es el eje de la buena formación del hombre y la mujer del mañana. Entre otros grandes del magisterio, mencionamos a Raquel Naranjo, Alicia Riofrío, Bertha Ruiz, Ángel Andrés García, Yolanda Tamayo Ortega, Jorge Villacrés Moscoso, Justino Cornejo, Raquel Salcedo, Enma Esperanza Ortiz, Julio César Hidrovo, no para pedir un monumento en su honor, sino para rememorar su legado: enseñar a sus alumnos con amor, orientar por el camino acertado e inculcar valores morales.

El régimen ha dado importantes pasos para mejorar el sistema educativo: gratuidad de la enseñanza, aunque algunos “vivos”, al disimulo, siguen cobrando adicionales; nuevas estructuras administrativas, pruebas de evaluación a entidades, incentivos económicos, para jubilaciones voluntarias y obligatorias, a fin de depurar el magisterio en algunos casos; rigurosa y seria selección de los nuevos docentes.

El Gobierno encontró el camino para la formación de excelentes profesionales. El nuevo maestro de la Revolución Ciudadana debe reunir, entre otros principios y cualidades: sentido vocacional, capacidad, honradez, solidaridad, tolerancia, confianza en la juventud y su decidida adhesión a los principios del Socialismo siglo XXI. El maestro es un revolucionario, porque participa del cambio. Entiende y acepta que se enseña con ejemplo y que una buena educación ayuda a la construcción de un Ecuador próspero, donde imperen la paz y la justicia social.

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