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El Telégrafo

El mensaje de Obama

16 de febrero de 2013

Ante el pleno del Congreso, el presidente Obama presentó el tradicional Informe a la Nación, el cual suscitaba inusitado interés por ser el primero en el nuevo período. En él debía delinear las líneas maestras que su administración seguirá en los 4 próximos años, en los cuales se supone que, al no tener la expectativa de otro período, el mandatario tiene una relativa mayor libertad de acción.

Temas no tocados en la primera etapa, como la esperada nueva Ley de Inmigración, la preocupación por el calentamiento global, el fin de la participación directa en la guerra de Afganistán, la promesa de crear nuevos empleos desde una visión keynesiana de la economía, que incluye la elevación del salario mínimo para impulsar el consumo; el énfasis mayor en la educación a partir de la primera infancia y hasta la universidad, el impulso a la investigación científica y tecnológica, entre otras, eran palabras largamente esperadas por el auditorio que aplaudió calurosamente tales iniciativas, que sí marcan una diferencia con la posición republicana.

En lo que respecta a la política exterior -que nos incumbe a todos-, fue más conservador: insistió en una mayor relación con la Unión Europea y en la necesidad de contrarrestar la creciente presencia de China en el ámbito económico en general,  el apoyo irrestricto a Israel (sin ninguna referencia a Palestina y a la tesis de los dos Estados), la continuidad de la intervención “indirecta” en Libia, Irak, Siria; la condena a Irán y su programa nuclear. Nada novedoso en esos planteamientos, que concluyeron con la promesa de que EE.UU. se mantendría como la nación más poderosa y mejor armada del mundo y la más desarrollada tecnológicamente. La nota optimista fue un posible acuerdo con Rusia para destruir paulatinamente el armamento nuclear a nivel global.

La gran ausente en su mensaje fue nuevamente América Latina. Ni siquiera se refirió a los países con los que ha firmado los TLC. No contamos para EE.UU., salvo para criticar -como lo hizo el nuevo secretario de Estado John Kerry- a los gobiernos progresistas de la región.

Hace algunas décadas, el académico C. Wright Mills  escribió un ensayo titulado “Escucha yanqui”, en el que mostró los negativos efectos de la incomprensión norteamericana frente a Cuba y su revolución. También Marlon Brando protagonizó “El americano feo”, filme que mostraba el rechazo a la injerencia de EE.UU. en el mundo. Penosamente la situación no ha cambiado y la ceguera se mantiene.

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