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El Telégrafo

El mejor Presidente

13 de diciembre de 2013

Ya nadie lo duda, es el mejor Presidente del continente. Además,  el más popular, valorado y apreciado. Y es también un socialista convencido, un militante de toda la vida. Su gobierno ha sido de cambio y transformación; verdaderamente revolucionario. Es José Mujica, el Pepe, como todos lo llaman cariñosamente.  

Su más reciente logro ha conmovido al mundo y seguro cambiará radicalmente la forma de asumir el control de las drogas. Esta medida audaz, innovadora y valiente fue propuesta, defendida e impulsada por el propio presidente Pepe Mujica. Y con ese impulso, el senado de Uruguay, el pasado martes, aprobó la legalización de la marihuana, lo que convirtió a este pequeño país sudamericano en el primero en el mundo en  asumir el control del proceso de producción, distribución y venta de marihuana.

Es un presidente sin poses, sencillo y jovial. No es prepotente y peor arrogante.  El poder no lo cambió, sigue siendo el mismo. Es más, sigue viviendo como siempre, en la misma casa, cultivando su pequeña chacra, sin guardaespaldas y compartiendo con su esposa (la senadora y compañera de militancia política Lucía Topolansky) y su mascota, una perra llamada ‘Manuela’, callejera, vieja y renga.  Dona el 87% de su sueldo a programas sociales de su partido y maneja un escarabajo celeste. Algunos medios lo llaman ‘el presidente más pobre del mundo’, pero en verdad deberían llamarlo ‘el presidente más honesto del mundo’.

Pero hay más, también impulsado por el gobierno de Mujica, Uruguay legalizó el matrimonio igualitario y el aborto, lo que colocó al país oriental en el mapa del mundo y generó el interés internacional, ya que, además, ha logrado reducir la pobreza  y tiene un sostenido crecimiento económico.  

El Pepe ha guardado absoluta coherencia a lo largo de su vida, en su pensar y su accionar, como senador, como ministro de Agricultura y ahora como Presidente.

El bigote que luce quizá sea el símbolo de esa coherencia y militancia. Lo luce para ocultar una cicatriz que tiene en el labio superior provocada por las torturas que sufrió cuando fue detenido como uno de los fundadores del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, un grupo guerrillero que luchó contra la dictadura militar. Estuvo preso 15 años y recobró su libertad en 1985, con el retorno a la democracia. Luego fue diputado, senador, ministro y en 2009 fue elegido Presidente.

“Hay que movilizar las grandes economías no para crear descartables con obsolescencia calculada, sino bienes útiles sin frivolidades para ayudar a levantar a los más pobres del mundo”, dijo en la ONU. Y esa ha sido su filosofía de gobierno, luchar por los pobres y por humanizar la sociedad.

El Pepe es un ejemplo para el mundo; para los gobernantes y para los ciudadanos. La despenalización de la marihuana es una apuesta para cambiar las políticas prohibicionistas y represivas en la lucha contra las drogas y que han fracasado. Y eso el Pepe lo tiene claro: “Hay que tener un poco de coraje y un poco de audacia y buscar caminos nuevos”.  

Quizá estemos ahora empezando a transitar por ese nuevo camino. Pero solo se llegará a la meta (derrotar al poder del narcotráfico) si por ese camino transitamos todos.

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