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El Telégrafo

El magnicidio de Kennedy

26 de noviembre de 2013

Con motivo del 50 aniversario del asesinato del presidente Kennedy, en la prensa cubana se publica un reportaje del investigador Peter Kornbluh en el que revela una serie de secretos hasta hoy guardados, que demuestran los instintos criminales que desde siempre han tenido los perversos halcones capitalistas, que manejan las políticas por las cuales, a las buenas o a las malas, imponen sus caprichos y manejan los hilos que les permiten dominar el manejo de las empresas transnacionales como herramienta de dominación del mercado universal. Por su trabajo investigativo se conoce que el imperio, a través de la CIA, quiso montar la fábula de que había sido el Gobierno de Cuba el autor del asesinato, involucrando al supuesto agente Lee Harvey Oswald al que también lo asesinaron de inmediato para que no pueda esclarecerse la verdad de su rol.

Lo trascendente de la revelación del señor Kornbluh es que Fidel se adelantó a demostrar  esa felonía y se reunió secretamente con el delegado del presidente de la Comisión Investigadora de la Corte Suprema de Estados Unidos, Earl Warren, quien encomendó esa compleja tarea al abogado afrodescendiente William Coleman, quien quedó convencido de la total inocencia de Cuba, que demostró que, al contrario, iban por muy buen camino los mutuos acercamientos entre delegados personales de Kennedy y Fidel para mejorar las relaciones entre ambos países, lo que  fue parte de la motivación del asesinato.

Al contrario, eran los gusanos exiliados en Miami los que incrementaban su rencor y venganza porque Kennedy no había accedido a dar apoyo aéreo y con tropas a los mercenarios en su aventura de Bahía de Cochinos, y promovían una acción de castigo ejemplar.

En la complicidad característica de las grandes cadenas de comunicación comerciales con el poder imperial, han coincidido en recordar el magnicidio más por las aventuras frívolas, amorosas y sexuales de Kennedy, que por haber intentado neutralizar la influencia del movimiento guerrillero que se regaba por América Latina después de la Sierra Maestra y sustituirla con la Alianza para el Progreso que, luego del asesinato, fue reemplazada por la cadena de dictaduras militares, con Pinochet a la cabeza y los planes Cóndor, la Escuela Militar de las Américas, etc., a través de la cual reclutaban a los futuros dictadores que masacraron y desaparecieron a decenas de miles de jóvenes latinoamericanos.

Como hicieron en Irak y Libia, y ahora hacen en Siria, Kennedy terminó siendo otra víctima de quienes utilizan el asesinato, los mercenarios, las invasiones, los bloqueos, la guerra, la muerte, para dominar el mundo.

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