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El Telégrafo

El Informe Leveson

11 de diciembre de 2012

El Reino Unido está inmerso en un álgido debate sobre el asunto de la regulación de los medios de comunicación. En  2011, una serie de escándalos muy graves sacudió a la política británica. Se demostró que el grupo News of the World, propiedad del magnate Rupert Murdoch, verdadero Citizen Kane del siglo 21, recurría a varias prácticas ilícitas; incluyendo escuchas telefónicas a una serie de celebridades y hasta al buzón de voz de una niña asesinada, en colusión, además, con un grupo corrupto al interior de la Policía Metropolitana de Londres.

El escándalo destapó una verdadera caja de Pandora: denuncias sobre escuchas ilegales como práctica recurrente de varios medios, relaciones incestuosas con políticos, y conflictos de intereses de toda índole. Esto, sumado a la cultura vulgar, voyerista y estigmatizadora de gran parte de la prensa británica (particularmente patente en el populismo reaccionario de los tabloides), develó un panorama mediático poco alentador.

Frente a estos descubrimientos, y a una crisis política que salpicaba gravemente al propio primer ministro David Cameron, el gobierno conservador ordenó una investigación exhaustiva a manos de un Lord Juez, Sir Leveson, cuyo informe se publicó este 29 de noviembre. El Informe Leveson recomendó, en especial, el establecimiento de un órgano independiente de regulación de los medios, lo que implica cambios importantes en la arquitectura legal británica.

Cameron, sorprendido por el alcance de las recomendaciones de Leveson, tuvo que aceptar la necesidad de establecer un ente regulador de los medios, pero se distanció del Informe defendiendo la idea del fortalecimiento de la autorregulación por parte de un consejo corporativista de representantes de la prensa. Ed Miliband, líder del Partido Laborista, llamó al contrario a la concreción de la reforma legal, y su estrategia política ha sido acompañar a las víctimas de acoso mediático, hoy muy activos en su vocería por el cumplimiento total del Informe Leveson.

Cameron ha tenido que fingir firmeza. Su plan “significa multas millonarias, investigación apropiada de las quejas, disculpas de alto perfil, un sistema regulatorio independiente duro. Y ellos [los medios] lo saben, porque yo les dije, el tiempo corre para que esto se resuelva”. Pero, en realidad, Cameron se erige en el gran salvador de la prensa británica. Si Cameron logra impedir el surgimiento de un nuevo marco legal regulatorio, los medios estarán eternamente endeudados con él, por lo que podrá exigirles su lealtad incondicional en las próximas elecciones, cerrando así el círculo vicioso del statu quo.

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