Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

El increíble hombre verde

04 de septiembre de 2013

Debería solicitarse de urgencia un curso rápido sobre ecología para los entusiastas principiantes verdes que de pronto se han convertido en fanáticos defensores de la tierra madre cuando de ecología no tienen ni la menor idea, pues confunden las emisiones de dióxido de carbono (CO2), originadas por la quema de combustibles de origen fósil que contaminan indiscriminadamente el oxígeno de todos, con el impacto local que provocaría la extracción petrolera en la reserva ecológica del Yasuní-ITT.

Lo primero es inevitable e irreversible. Toda máquina de combustión carburante contamina inexorablemente; y mucho más contamina la enorme maquinaria del primer mundo industrializado causante del calentamiento global, del debilitamiento de la capa de ozono con efecto invernadero. En su defecto, la explotación racional de crudo en una superficie menor a la milésima parte del parque más diverso del planeta, observando los más rígidos protocolos ambientales con la ayuda de la técnica ecológica de punta, reduce al mínimo su impacto, con la ventaja de la consiguiente remediación; y su inobservancia acarrearía la terminación del proyecto bajo la directa responsabilidad del único Gobierno que impulsó por primera vez en la historia el reconocimiento de derechos a la naturaleza.

Entonces no es verdad la fatal disyuntiva entre Yasuní o petróleo que viene alegando la oposición con evidente desconocimiento o mala fe. Los dos recursos naturales pueden coexistir con una explotación y exportación ligadas a la inaplazable obligación constitucional de eliminar la pobreza con prioridad en los sectores contiguos a la extracción del crudo, donde los cínicos neoliberales provocaron una criminal e irremediable contaminación, en tanto nos despojaban de nuestra riqueza a cambio de migajas en regalías marginales que a la postre solo sirvieron para crear fondos como el Feirep en garantía de pago de la deuda externa, cuyos papeles estaban en manos de la gran oligarquía financiera nacional y transnacional y de ciertos purpurados religiosos.

Sobre esta dolorosa realidad no dijeron ni pío los flamantes ecologistas que de pronto amanecieron verdes, como el “hombre increíble”. Han perdido el respeto social por su curiosa coincidencia con la egoísta agenda de los mismos reaccionarios de la antipatria que han salido a la calle buscando un muertito. Y los odiosos policías, ni una bombita.

Contenido externo patrocinado