Cuba se reinventa cada día, su turismo crece en forma planificada al mínimo, por cada nuevo grupo de hoteles que se construye se debe asegurar que habrá clientes, que vendrán por aire y que serán de un determinado país. Para estos nuevos turistas también se construirán o ampliarán los servicios extrahoteleros y tiendas de souvenirs. Nada queda al azar en su caminar a ser uno de los destinos turísticos más completos del Caribe.
En los últimos años su oferta turística se ha diversificado en forma casi infinita y se ha fortalecido a través de su turismo por circuitos, lo que le permite combinar diversas propuestas en un solo viaje por sus 16 regiones turísticas con atributos naturales, geográficos y valores culturales e históricos propios de su particular y bien marcada identidad.
Tienen estudiadas con precisión las principales motivaciones para viajar a Cuba, que son playas, naturaleza, cultura, patrimonio e historia, el encuentro con el pueblo cubano. Y la seguridad, se puede caminar por cualquier sitio a cualquier hora sin ser víctima de ningún acto delictivo.
Cuba remoza sus viejos edificios, parques y palacetes siguiendo estrictas normas dictadas por la Oficina del Historiador de la Ciudad, una especie de alcalde, que tiene la obligación de salvaguardar la identidad, proteger el patrimonio, cuidar la densidad y calidad de vida, dotar de infraestructura técnica y servicios básicos, y lograr desarrollo integral.
El mejor ejemplo lo vemos en su capital, la primera Oficina del Historiador de La Habana fue creada en 1938 para proteger y restaurar La Habana Vieja, hasta que en 1967 pasó a manos del Dr. Eusebio Leal, hoy convertido en la máxima autoridad de la historia de La Habana y responsable de que, cada día, esta ciudad -de por sí bella y hechizante, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982- esté más hermosa y amigable para los millones de turistas que no resistimos su llamado. Oficinas similares también rigen demás ciudades cubanas.
En Ecuador, nuestro patrimonio desaparece a velocidad desesperante, el Ministerio de Patrimonio es pequeño y centralizado como para saber qué pasa con todo el patrimonio de Alausí o Macas, solo municipios como Quito o Guayaquil tienen los recursos para recuperar y rentabilizar sus patrimonios, que en el resto de ciudades de Ecuador desaparece muy rápido, precisamente por la falta de esta figura de un historiador de la ciudad que rescate a tiempo completo la heredad de cada ciudad, donde la mayoría de alcaldes sufre fiebres modernizadoras que matan nuestra identidad.