Publicidad

Ecuador, 26 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

El Grito

10 de abril de 2013

Estará unos días más en el MoMA (The Museum of Modern Art) de Nueva York, hasta el 29 de abril. El Grito de Edvard Munch, en una de las tantas versiones que pintó este expresionista noruego, recibe en esta ciudad muchas visitas, la gente atiborra la sala en donde se expone.

Quizá sea porque Munch, al decir de Juan Pablo Feinmann (Página 12, sábado 6 de abril), pasó a formar parte de la cultura popular por la serie de películas Scream que el director Wes Craven ha explotado hasta acumular, seguramente, mucho dinero. Es muy probable que muchos de los jóvenes de ambos sexos ni siquiera sepan que esa fantasmal cara, que más que terror produce angustia, tenga semejante origen.

Munch tuvo larga vida, tragedia para él, porque debió enterrar a muchos de sus seres queridos. Munch, según lo dice un texto que recoge el pequeño libro de Ann Temkin, escrito especialmente para esta exposición, paseaba en 1893 con dos amigos cuando el Sol poniéndose tiñe de un rojo intenso el cielo de Kristiania, como se llamaba Oslo. Ese rojo es quizá anuncio de todas las tragedias que El Grito del pintor advierte.

La Europa de aquella época ya creía en la imparable carrera de la técnica y prosperidad de un capitalismo invencible. Pero el Titanic se hunde; surgen las guerras mundiales y la enorme ruina que dejaron; los campos de concentración, Auschwitz es su más horrorosa representación; el siglo XX también trajo el enorme poder de destrucción, en todos los sentidos, de las bombas nucleares, Hiroshima y Nagasaki aún hoy resultan inexplicables. Munch anticipó con su grito la poca esperanza, si ese ha sido el pasado, ante el futuro.

Para quienes gritaron el 2 de abril desde la galería, la gran mayoría de ONGs, azuzados por algún que otro representante, lucían europeos o estadounidenses, en la sala del plenario de las Naciones Unidas ante la aprobación del Tratado de Comercio de Armas, más de 150 votos a favor, 23 abstenciones, Ecuador entre ellas, y 3 en contra, Irán, Corea del Norte y Siria, la obra de Munch, tan sola una de los tantos gritos que muchas formas de arte le han legado a la humanidad, es acaso desconocida.

Ese tratado, pensado claramente desde los intereses de los países exportadores, probablemente no traiga paz, porque muy poco dice de los controles a las potencias que las producen. Se cargan las tintas hacia los importadores, mucho se discutió y, aunque hubo avances, no se pudo cerrar la brecha en deberes y obligaciones de unos y otros. Al final uno espera que paren los gritos.

Contenido externo patrocinado