La grandeza del guía de la historia, sea hombre o mujer se aprecia por sus obras y su altruista entrega, incluso, hasta llegar al sacrificio, en beneficio de inmensos sectores sociales, relegados durante centurias por los más despreciables gobernantes. Solo las almas puras, alejadas de la vanidad, renuncian a sus propios intereses, por servir, a cambio de nada, a sus semejantes, sin distingo de raza o credo.
Esos gigantes personajes, que jamás pensaron en la recompensa y la fama, se ganaron y siguen ampliando espacios de reconocimiento público, en respuesta a unos cuantos, acostumbrados a convertir, mediante el adulo, en redentores a los mediocres y prepotentes que ofendieron y continúan atropellando los derechos de los grupos mayoritarios que poco o nada tienen.
Es justo y de justicia reconocer y venerar a ilustres personajes del ayer y hoy que nos enseñaron y enseñan a seleccionar el camino a transitarse para alcanzar una vida de paz, independencia, confianza, seguridad y bienestar. Corresponde al periodista vertical, reconocer y exaltar los valores de los gobernantes que sirven a todos y no a la déspota minoría acostumbrada a enriquecerse con el trabajo de otros.
Lamentablemente, en el ámbito de la comunicación, funcionan periodistas ‘independientes’ que por su propia iniciativa o encargo del dueño del medio donde laboran, descienden en el repugnante papel de adulón, colmando de elogios a personas carentes de nobles atributos con el calculado propósito de conseguir favores.
No es adulo reconocer los méritos del auténtico líder, más bien, obligación moral, contribuir a la difusión de que estamos viviendo en Ecuador una nueva realidad, etapa de cambio y reivindicación con el conductor de la historia patria, Rafael Correa Delgado, de proyección continental.
No es posible ocultar el liderazgo de Correa, ni tampoco silenciar el avance del socialismo siglo XXI y sus grandes logros en todos los sectores, el desarrollo social, seguridad, energía, turismo y política internacional. El pueblo confía en él y lo considera el único gobernante de los últimos tiempos con talento y virtudes para seguir ejerciendo la Presidencia de la República, hasta completar su proyecto político. Con su visión de estadista y alineado en la Constitución, ha conseguido erradicar la extrema pobreza, elevar los niveles de igualdad, universalizar la educación básica, multiplicar la atención en el sistema público de salud, entre otras gestiones; aunque falta mucho por hacer, el nuevo reto es profundizar la Revolución Ciudadana.
Los grandes hombres y mujeres tienen un puesto en la historia; los mediocres, hasta monumentos, por gestiones de los aduladores.
Respecto del tema sobre la reelección presidencial, que tanto preocupa a la oposición, el líder responderá solo al llamado del poder popular.