En el enlace sabatino del 10 de agosto, el presidente Correa estuvo eufórico promoviendo con razón el turismo como el futuro del país; pero, se hubiera mostrado tan indignado o quizás más de lo que estuvo por los abusos que encontró en el Registro Civil de Latacunga, si hubiera conocido la denuncia que presento a continuación.
Un ecuatoriano-americano llegó en julio al Ecuador con su esposa nicaragüense. Después de visitar a su madre y viajar por el norte del país, fue al Perú a conocer las maravillas de Machu Picchu y del Cuzco. Regresó a Ecuador con planes de ir a las islas Galápagos, a la Amazonía, al sur del país y la Costa.
Sin embargo, por efecto de la altura y quizás por condiciones preexistentes, al amanecer del 2 de agosto enfermó repentinamente con vómito de sangre. La ambulancia que llegó hacia las dos y media lo llevó por toda la ciudad, clínica tras clínica, rechazado en todas por “falta de cupo”, aunque tenía seguro de salud que, según manifestó el chofer de la ambulancia, era lo primero que pedían.
Por fin a las cinco de la mañana dieron con la Clínica Americana Adventista de la 10 de Agosto y Cuero y Caicedo, donde recibió excelente atención, después de dos horas y media de angustia de su esposa y de su madre, demora que le hubiera podido costar la vida.
Es indignante, y lo denuncio por razones humanitarias, además porque no es excepcional que esto ocurra, como me consta, y de que es disuasivo para el turismo. Si alguna autoridad sanitaria quiere tomar cartas en el asunto, como es su deber, estoy a la orden para aportar las evidencias a favor del bien común.
Dejo constancia de que llamé al número 911 de las emergencias para cerciorarme del procedimiento. La respuesta me confirmó que entienden su deber muy burocráticamente: solo llamar a la ambulancia; al chofer de ésta le corresponde encontrar el establecimiento que prefiera el paciente. Insistí en hablar con el supervisor, quien me lo confirmó, pero aceptó mi sugerencia de mejorar el servicio con un software que puede crear un joven ecuatoriano, en un país con tanto talento informático. Habrá quien programe que el servicio de emergencias pueda verificar de inmediato dónde hay cupo disponible, como se hace en los grandes parqueaderos con la luz verde que identifica los espacios vacíos.
En grave peligro están los turistas, mochilero o pudiente, y los ciudadanos, a pesar de la legislación existente que va en contra de que la salud siga convertida en mercancía al servicio del capital.