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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

El estrés del agua

15 de abril de 2014

Cuando observamos las imágenes de la angustiosa situación que soportan por falta de agua los habitantes de las poblaciones situadas en Palestina Oriental separadas de Israel por un muro y por contraste, así mismo, en tierras bíblicas, encontramos uno de los proyectos de ingeniería extraordinarios para provisión de agua denominado: GMMRP (Great Man Made River Project), construido en Libia (antes de la invasión OTAN 2011), y consiste en un gran río artificial que distribuye agua dulce captada desde los acuíferos fósiles por más de 1.300 pozos, la mayoría de ellos de más de 500 metros de profundidad con una capacidad teórica de suministro total de 6’500.000 metros cúbicos de agua al día para ciudades como Trípoli, Bengasi, Sirte y otras localizadas desde el desierto del Sahara a la costa del Mediterráneo, completando unos 4.000 kilómetros de recorrido. El costo total del proyecto está estimado en más de 25 mil millones de dólares.

Lo indicado anteriormente nos revela la capacidad tecnológica del hombre para resolver problemas sociales vitales como la carencia del agua.

Las advertencias sobre escasez planetaria del agua son cada vez más severos, denominándose ‘estrés hídrico’ cuando la demanda de agua es mayor que la cantidad disponible durante un período determinado o cuando su uso se ve restringido por su baja calidad (eutrofización, contaminación, intrusión salina, etc.) o por agotamiento (acuíferos sobreexplotados, ríos secos, etc.).

Las investigaciones realizadas indican que el agua está presente en la Tierra desde hace 3.800 millones de años sin cambiar su volumen. Para graficar lo dicho, se dice que bebemos la misma agua que bebieron los dinosaurios. La escasez del recurso se debe al crecimiento poblacional y desperdicio del agua. El ciclo hidrológico mantiene las precipitaciones en aproximadamente 140.000 km³ (a los cuales contribuyen la evaporación y transpiración desde la tierra calculada en 74.000 km³) de los cuales se vierten al mar 45.000 km³ al año.

La mayor parte del agua que cubre la corteza terrestre se concentra en océanos y mares, y si descontamos del total que resta la que está formando los casquetes polares, glaciares, y la que constituye el agua subterránea, queda tan solo un 0,4% de agua utilizable para el aprovechamiento humano. Lo cual justifica la necesidad vital de administrar eficientemente este recurso sin el cual es imposible la vida sobre el planeta.

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