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El Telégrafo

El engaño de la totalidad

21 de mayo de 2013

Circula últimamente la expresión “Somos 14 millones”: 14 millones contra una variopinta mezcla de actitudes respecto de la vida sexual de las personas. “Somos 14 millones contra las drogas” reza otro eslogan parecido.

La pregunta es: ¿En serio? ¿De dónde obtienen el dato? ¿Por qué lo afirman con tanta seguridad? Que la población del Ecuador bordee los 14 millones no significa que todos pensemos igual respecto de estos polémicos temas.

En el primer caso, sería bueno aplicar una encuesta o consulta, no necesariamente electoral, para saber cuántas personas realmente están en contra de los métodos anticonceptivos y anticonceptivos de emergencia, la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario, la educación sexual en escuelas y colegios y la definición de ‘género’ en lugar de ‘sexo’ en la cédula de identidad.

Otra pregunta que surge es: ¿Por qué se sienten tan afectados en su fuero interno los individuos y los grupos, en su mayoría religiosos, detractores de estas modificaciones legales? En una fotografía humorística se lee: “No tenga miedo del matrimonio gay: ninguno de ellos se quiere casar con usted”. Y entre chiste y chiste, así resulta: ¿A qué se debe el temor? ¿Tienen miedo al ‘contagio’ de ciertas actitudes, acciones y tendencias? ¿No es el mandato de su conciencia lo suficientemente fuerte como para defenderlos de sus propios instintos? ¿O acaso se mantienen en la proverbial actitud de pretender controlar al ciento por ciento la vida y los comportamientos ajenos, incluida la intimidad sexual de las personas?

La otra “Somos 14 millones contra las drogas” fue un eslogan lleno de buenas intenciones, pero desconoce algo fundamental: de esos 14 millones, muchos no están contra las drogas. En el Ecuador, la adicción a las sustancias psicotrópicas ha tomado, en los últimos años el carácter de un endémico problema de salud pública. Y los adictos no están contra las drogas. Todo lo contrario. Buscan en el pernicioso consumo de sustancias el consuelo y la solución a profundos dolores y carencias afectivas y espirituales.

Como sociedad, en lugar de negar el apego a las sustancias afirmando que “Somos 14 millones contra las drogas”, deberíamos preguntarnos por qué tantos miembros de nuestras familias y comunidades sufren de esta grave condición.

Porque no somos catorce millones de personas exactamente iguales, sino catorce millones de individuos, cada uno con su historia, sus dolores, sus temores y a merced de las más íntimas necesidades de su espíritu.

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