El libro que acaba de presentarse en ciudad de México, de la autoría de la periodista Dolia Estévez, corresponsal de la MVS Radio en la capital de EE.UU., es un importante ensayo sobre relaciones internacionales y donde las consideraciones geopolíticas vertidas provienen de las opiniones directas, en una serie de encuentros con nueve exembajadores de EE.UU., ante el Estado mexicano, actividades diplomáticas que en su momento no fueron primera plana en los medios.
Es importante establecer, como se señala en los testimonios recogidos en la obra que menciono, la acción de los plenipotenciarios norteamericanos y su cabal -y en sus momentos descarada- intervención en los asuntos gubernativos de la gran nación azteca y con los distintos presidentes mexicanos. La elaboración de listas de quienes no podían ser los altos funcionarios del gabinete y que, según la autora, eran elaborados por la Embajada y, desde luego, como también se afirma, unas veces fueron rechazadas por los mandatarios y otras veces no; son la expresión perversa en algunos casos de entreguismo y en otras simplemente de inconsciencia de patria, injerencias que jamás podremos aceptar en Ecuador en este cambio de época y con un mandatario digno, y donde la soberanía nacional se la defiende a cualquier costo y consecuencia, aunque giman los traidores emboscados de todo pelaje, dentro o fuera de la partidocracia y de sus socios fácticos.
La consistencia de la acción de esos representantes de la primera potencia mundial queda al descubierto en los datos que con tanta acuciosidad recoge la autora, así se refiere a un enviado muy conocido, Negroponte, el procónsul imperial de Bush, que era recibido en Los Pinos por el presidente Salinas con cierta asiduidad, ya “que le daban cita el mismo día” que la solicitaba. Sobre la actividad diplomática se sabe que un emisario latinoamericano se entrevista con el presidente de EE.UU. cuando presenta sus cartas credenciales o en alguna operación protocolar. También hay casos anecdóticos, como el que se relata con humor, sobre el regalo de un caballo de raza por parte del embajador “gringo” Julián Nava al presidente López Portillo; bucéfalo ingresado saltando los apremios burocráticos naturales. El mismo Nava desarrolló una relación con un personaje nefasto, Durazo, jefe de la Policía. El tema tabú en las entrevistas con los embajadores de Norteamérica -casi todos jubilados- es aquel relacionado con las filtraciones de los cables de las embajadas, realizadas por WikiLeaks, considerado por Washington como un delito muy grave.
México y Estados Unidos, “vecinos distantes” desde siempre, están claros y visibles en los múltiples escenarios de negociación, pero la obra de Estévez es crítica y establece la visión y misión de la política exterior del departamento de Estado como orientada a preferir la estabilidad del statu quo a la legalidad y legitimidad democrática. Se nota en sus páginas el gran vacío de corrupción de segmentos de la clase política, que permite que el siniestro designio que alguna vez expresó Porfirio Díaz: “Pobrecito México, tan cerca de los Estados Unidos y tan lejos de Dios”, se cumpla. El tormento del pueblo mexicano, generoso y sabio, agobiado por urgencias desde antes de su independencia, entregado al juego de los contrarios, de las ambiciones de grupo, a la sinrazón de la coacción extranjera, más pronto que tarde terminará, con el rayo fundamental de la luz argumental del que posee la verdad histórica y la voluntad de luchar. México vencerá.