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El Telégrafo

El “Chucho” Benítez

07 de agosto de 2013

Christian “Chucho” Benítez alcanzó la cumbre del deporte más popular del Ecuador y del mundo. Su padre esmeraldeño y su suegro imbabureño fueron también figuras del fútbol. Llevó a El Nacional al campeonato, fue seleccionado del Ecuador y brilló en equipos de México, al convertirse en su máximo goleador. A todos nos ha impactado emocionalmente que haya terminado, de manera tan repentina, su carrera y su vida, luego de jugar su primero y último partido en Qatar. El fútbol está de luto aquí y en otros lugares donde lo quisieron tanto. Lo extrañaremos mucho.  

Lo paradójico es que, en todo su apogeo, una estrella del deporte ecuatoriano haya terminado inesperadamente en la camilla de un hospital en un país tan lejano y rico como Qatar. Y no porque Christian se haya ido sin un centavo a buscar suerte jugando allí al fútbol. Se fue a recibir el mayor sueldo de su vida en una nación que tiene uno de los ingresos más altos del mundo. El Producto Interno Bruto (PIB) de Qatar llega a 90.524 dólares por habitante. En México, donde jugó y residió sus últimos años, es de 9.703 dólares per cápita.

El deporte es uno de los terrenos donde surgen las grandes figuras, se crean los símbolos y se forjan
las leyendas
Qatar es un país vecino de Arabia Saudita, posee cuantiosas reservas petroleras y se lo identifica como una nación de “desarrollo muy alto”. Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por Naciones Unidas, está ubicado en el puesto 36 de 186 países en el mundo. Para tener una idea, en Doha -su capital-, los edificios se derriban y luego se reconstruyen. Es una ciudad con mucha riqueza.

Lo ocurrido con el “Chucho” saca a relucir una de las tantas imágenes de la globalización que recorre el mundo. El deporte es uno de los terrenos donde surgen las grandes figuras, se crean los símbolos y se forjan las leyendas. El fútbol es, sin duda, una de sus más altas expresiones, porque mueve masas y fortunas en todos los continentes. Ser una estrella mundial es el sueño de todo jugador profesional, sobre todo si procede de un origen humilde, como los afamados Pelé, Maradona y Messi, para hablar solo de América Latina.  

El “Chucho” dejó el aguerrido fútbol mexicano y lo cambió por el catarí, porque le pagaban mucho más. En las canchas del barrio, en el parque y en el mundo, el fútbol es un poder manejado por los dueños del balón. La compra y venta de jugadores es uno más de los negocios con los cuales se gana mucho dinero, y los equipos se convierten en verdaderas empresas que compiten en el mercado del deporte, donde los futbolistas profesionales se convierten en productos que tienen un determinado rendimiento en el tiempo.  

Lo triste de todo esto es que la tragedia se hizo presente, a pesar de los sueños de triunfo de un joven de 27 años, que nos deja pensando en la fatalidad del destino. Un triunfador, por todo lo alto, salido de la matriz más auténtica de la sociedad ecuatoriana.

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