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El Telégrafo

El centro de las izquierdas

29 de julio de 2013

A veces ya no es centro sino derecha la que habita en algunos dirigentes indígenas ante cualquier señal de poder generarse un diálogo con el Gobierno, se irritan y hacen declaraciones que, más que políticas, son moralismos y defensa de intereses personales-electorales. Y esto es un efecto de creer que la política es un hecho natural de ser: ser de izquierda o ser de derecha. Nada más alejado de la realidad histórica.

No se trata de un problema ontológico, sino un problema histórico de estar: se está en la izquierda o en la derecha. Esto implica movilidad, cambio, no linealidad, ni determinación. Por eso es que las personas, las organizaciones, etc., pueden fluctuar políticamente; pueden estar en una temporalidad en la izquierda o fluctuar al centro o a la derecha. Pensar en el ser y no en el estar nos lleva a esencialismos políticos, a la no posibilidad de comprender que las organizaciones de cualquier tipo, como la indígena, los sindicatos, etc., que compuestos por miembros que provienen de sectores históricamente excluidos, empobrecidos, desfavorecidos, puedan tener posiciones conservadoras, de derecha.

Estos esencialismos caen en la creencia de que las poblaciones pobres o las poblaciones de clase media tienen por definición una posición de izquierda, nada más falso. La historia nos enseña que por los propios mecanismos de la dominación los dominados tienden a reproducir la ideología del dominador. Entonces, toda organización social por definición debe permanentemente disputar su lugar en la lucha social, disputar con sus propias dirigencias y ser garantes de que no se desplacen al centro, y peor a la derecha. Peor cuando algunas dirigencias, más que defender las exigencias de las denominadas bases, defienden propios intereses que pueden estar entre los económicos, de clase, estatus, puestos políticos, entre otros, lo que termina en la poca rotación de las dirigencias y la repetición de los mismos y mismas.

Ese esencialismo es el que aún persiste en cierta dirigencia indígena que solo por ver una foto de uno de sus dirigentes saludando al Jefe de Estado en el contexto de la visita del presidente Evo Morales, ha puesto el grito en el cielo. Solo pensar de un posible diálogo les asusta porque eso les exigiría salir del campo de lo reactivo a lo propositivo. No olvidemos cómo les fue en las últimas elecciones; parece que esa lección ya la olvidaron algunas dirigencias, dando muestras de deslealtad cuando se habla de construir una sociedad y un Estado plurinacional e intercultural. Un diálogo abierto entre indígenas y gobierno es clave para el futuro del país. Solo así las derechas de ciertas izquierdas serán expulsadas por sus propias bases, contribuyendo a la construcción del socialismo del Buen Vivir.

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