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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

El Capitalismo Naturalista

25 de agosto de 2014

Interesantes pueden llegar a ser ciertas ideas de una derecha liberal que reclama el carácter natural del ser humano en su condición de individuo para sustentar que el comportamiento capitalista se centra en aquel y no en el vil dinero. Todo para rebatir la consigna ineludible del socialismo de hacer primar al ser humano por encima del capital. Lo interesante no radica en los argumentos que proponen o la invocación que hacen de ciertos autores clásicos de la economía, sino en el enmascaramiento, el ocultamiento intencionado de los procesos histórico-sociales que produjeron el surgimiento de las ciencias sociales modernas.

Ese encubrimiento los lleva a ideologizar los descubrimientos científicos. Hacen pasar ideología creacionista por ciencia económica planteando que el individuo es un ser puramente natural y no un ser social e histórico en permanente construcción. Llevándolos a afirmar que el individuo, por sí mismo, es la fuente de la sociedad y no la asociatividad, el trabajo, el reconocimiento o la solidaridad.

Lo inaudito de esa derecha es que reclama que el liberalismo es producto de la evolución natural de la sociedad: su fin último. Que el individuo es la fuente del valor y no el trabajo y la evidencia sería la fluctuación libre, espontánea de los precios, como expresión pura de las demandas individuales.

Para darse autoridad académica citan autores como Smith, Hayek, von Mises y los hacen hablar a conveniencia para justificar la falacia de que el mercado es una estructura independiente compuesta de los comportamientos de quienes demandan y ofertan. Reclaman para sí el liberalismo clásico de los siglos XVIII y XIX como su ideología para el siglo XXI; la cual, dicen, es la única vía para la riqueza de una nación. Naturalizar el capital y el capitalismo ha sido la forma más vil de exigir continuamente lo que consideran su derecho político en sociedad: gobernar al pueblo, por naturaleza.

La naturalización de las prácticas económicas se traduce en un darwinismo político donde lo colectivo, comunitario, organizativo serían para ellos las formas distorsionadas de los individuos ya que ven que este solo puede ser tal, compitiendo ferozmente contra otros y tomando lo que creen que les pertenece por fuerza natural. La consecuencia llega a la difusión de que la propiedad privada y la libertad son naturales, como las plantas, como el aire.

Por eso creen en una igualdad pero sin equidad porque esta les impediría seguir acumulando por la vía de la explotación humana y tecnológica. En consecuencia atacan a un Estado que redistribuye acusándolo de “controlador” porque sienten que distorsiona, merma, su “derecho” a ser élite; a acumular el capital, económico, cultural, social, simbólico y político. La gran trampa es la consigna mercantil de que “Lo mejor está por venir”. Consigna para la revancha ideológica contra las políticas de equidad, redistribución, reconocimiento y bienestar para las mayorías.

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