El cambio de la matriz productiva para alcanzar un nivel adecuado de industrialización y desarrollar una economía basada en el conocimiento es el objetivo y tarea del vicepresidente Jorge Glas que resume: “El objetivo es ser menos dependientes de los recursos no renovables y enfocarnos en el talento humano”; “Pasaremos del 43% de hidroelectricidad al 93% en 2016”; “Seremos exportadores de energía a países de la región”. Pero la demanda de energía en el país ahora depende un 78% del petróleo. Sin embargo, considera que es necesario incrementar el horizonte de fuentes petroleras, la exploración de gas natural y la expansión de la minería para que sean herramientas del desarrollo.
Esperamos que en el tiempo el cambio de una producción extractiva se transforme en industrialización de alta tecnología en nichos específicos de mercado global. Pero esto requiere un cambio en el modelo energético que debe estar orientado a la generación de energías verdes. Hay una preocupación: la industrialización en gran escala en un país pequeño mejora necesariamente el nivel de vida, cuya combinación operacional demanda mucha energía. El país utiliza energía hidroeléctrica, que es limpia y considerada verde, pero que depende de la disponibilidad de agua y, según su ubicación y características, puede perjudicar el desarrollo socioeconómico, la conservación ambiental, contaminar y propiciar conflictos sociales; así mismo, energía de generación termoeléctrica quemando combustibles fósiles absolutamente contaminante. No hemos intentado la generación de energía termonuclear y tampoco quemamos carbón “coke”, lo cual hace difícil nuestro paso a centrales eléctricas solares y de viento que son absolutamente limpias e inagotables. En el caso de realizarse esta transformación, mientras más rápido ocurra, más caro será el cambio de modelo energético para los hogares y las empresas medianas. Esto puede lucir muy visionario y estar extremadamente lejano en el futuro como para que sea una necesidad política y tomarla en consideración ahora, pero ya estamos viviendo la realidad del calentamiento global y poco a poco los países amazónicos se están convirtiendo en los “oasis” ecológicos.
La energía verde es todavía cara y su costo es casi un impuesto a la población que se pagaría para fomentar la producción de energías renovables, sin embargo, los expertos consideran que esta ya no es la forma de medir el costo de las energías limpias; demasiados factores han distorsionado la comprensión de esta situación y ahora grupos muy dispares, como son los ecologistas y religiosos, instan a los gobiernos a distribuir de una manera más justa el costo del cambio de modelo energético, desarrollando desde ahora proyectos de energía solar y parques eólicos, tanto continentales como costa afuera, que son muy prometedores para muchos países, entre ellos Ecuador; y de alguna manera desactivar el uso intensivo de centrales termoeléctricas y el consumo de combustibles y derivados de petróleo.
Este es el verdadero cambio de la matriz productiva y energética; imposible de postergarlo, pero difícil de llevarlo a cabo en una economía que precisamente vive del petróleo.