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El Telégrafo

El buen maestro se adhiere a la era de los cambios sociales

06 de abril de 2013

De acuerdo con el proceso de cambio que imprime el gobierno del Socialismo del Siglo XXI y la vigencia de las leyes orgánicas de Educación Intercultural y Superior, se encuentran en plena marcha los correctivos de los grandes males que obstruyeron el cumplimiento de los altos fines de la educación: impartir conocimientos, moldear la conducta y preparar a las nuevas generaciones para enfrentarse a las contingencias en sus diversos ciclos de existencia, en la familia, sociedad y en la patria.

Paulatinamente la mayoría de los docentes y estudiantes acepta los cambios radicales y profundos que se incorporan al proceso, aunque, todavía, una minoría se resiste y añora la mediocridad, el ocio, acoso y el negocio de las calificaciones en los niveles medio y superior. Al fin se ha comprendido que la educación es índice de cultura y progreso de las naciones y que entre los componentes del sistema educativo, el maestro es el soporte que lo sostiene y evita su colapso o estancamiento.

De acuerdo con el principio constante en la Constitución y que dice: “La educación es indispensable para el conocimiento, el ejercicio de los derechos y la construcción de un país soberano y constituye un eje estratégico para el desarrollo nacional”, el Gobierno de la Revolución Ciudadana emprendió y avanza mediante diversas acciones hacia el mejoramiento de la calidad de la enseñanza. Es tesis del régimen  conceder oportunidad de estudios a todos los niños, jóvenes y adultos, principalmente a los sectores postergados por el neoliberalismo.

La gratuidad de la enseñanza ya es una realidad, rigen nuevas estructuras administrativas, funcionan pruebas de evaluación, becas para los mejores  estudiantes y jubilaciones de profesores con importantes incentivos económicos.
Recordemos que para exaltar la memoria de Juan Montalvo se decretó la fecha de su natalicio, 13 de abril, para evocar y reconocer el rol valioso del maestro ecuatoriano.

Hay grandes maestros que ejercieron y ejercen el noble apostolado, pero también unos  cuantos que la ofendieron y ofenden, lamentablemente. Este gobierno, con el liderazgo de Rafael Correa, encontró la senda para la formación de excelentes maestros. No puede desempeñarse con acierto, el maestro que no se adhiere a los principios del Socialismo del Siglo XXI: justicia social, lucha contra la corrupción y la extrema pobreza y propender a la igualdad en la distribución de la riqueza. En el perfil del maestro de la Revolución Ciudadana constan, entre otras condiciones: sentido vocacional, preparación académica, honradez, confianza en la juventud y convencimiento de que su aporte ayuda a construir el País del Buen Vivir.

Nuestro saludo a los maestros que continúan en funciones, ahora como revolucionarios, y a los pocos despistados los invitamos a la reflexión para definir posiciones en la era de las reivindicaciones sociales.

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