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El Telégrafo

El banquero anarquista

03 de diciembre de 2012

Fernando Pessoa, el escritor portugués, escribió en 1922 “El banquero anarquista”, una crítica ideológica a la injusticia social. En esta hay un diálogo entre el banquero y un joven. El primero se queja de la vida de obrero, de su pobreza, pero inteligente y crítico social. Se hizo anarquista por las desigualdades sociales que son resultado de las convenciones sociales, las cuales determinan que los ricos o de posición social pueden estudiar, viajar y vivir bien, mientras que los que nacen sin esos privilegios están condenados a vivir en la miseria.

Según su concepción, anarquista es quien está en contra del dinero, del Estado y otras instituciones sociales. Para el banquero, el criterio de justicia nace de todo lo que es natural (inteligencia, voluntad, etc., con  las que nacemos); en cambio, la sociedad burguesa está llena de convenciones sociales. Para llegar a una sociedad libre de prejuicios sociales, causa de la desigualdad, hay que destruir estos. Para ello, propone acabar con los convencionalismos sociales, de liberar a la sociedad de estos.

El banquero decidió que, para crear la libertad y combatir las ficciones sociales, debe luchar solo. ¿Pero cómo vencer? En su pensamiento, supone que la ficción más importante es el dinero y para destruirlo optó por acumularlo, ser millonario y así consiguió la libertad, logrando ser superior a la fuerza del dinero. Para ello se sirvió de todo, del acaparamiento, del sofisma financiero y la competencia desleal. O sea, un banquero sin escrúpulos. Con su riqueza podía hacer lo que quiera y combatir las convenciones sociales.

En esta obra, el banquero busca conseguir un mundo más equitativo a través de la vertiente anarquista, eliminando las convenciones sociales y otros esquemas que generan injusticia social. Sin duda, es una corriente superada, pero deja en claro el alma del (mal) banquero.

¿Por qué hablamos de esta obra? Por la crisis de Portugal, iniciada por problemas bancarios y agravada por la deuda y déficit fiscal, que llevaron al rescate de la UE imponiendo una política de ajuste y reformas estructurales con congelamiento de sueldos de empleados públicos, menores pensiones, recortes en salud y educación, aumento de impuestos y privatizaciones.

La troika (BCE, CE y FMI) calificó a Portugal como el mejor alumno por la austeridad aplicada, sin embargo el FMI ha criticado lo contraproducente de esta. Una reciente medida del Gobierno aumentó el aporte a la seguridad social en 7 puntos, una rebaja de sueldos disfrazada, pero la presión social obligó a levantar la disposición, ante lo cual el Gobierno aumentó los impuestos.

El presupuesto aprobado de 2013 tiene más recortes de pensiones, nueva alza de impuestos, privatizaciones, etc., que, con la recesión en el próximo año, no afectará  a banqueros y políticos, causantes de la crisis, sino que agravará la situación social de la población. Las centrales sindicales organizaron otra huelga general y hasta los militares protestaron por esta política económica inhumana, como la de España, aplicada por los gobiernos de derecha.

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