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El Telégrafo

El abismo y otras honduras

17 de abril de 2013

¿Qué es un abismo? La hondura sin salvación, el precipicio de nuestras aspiraciones, la analogía del fracaso. El hombre, desde su dimensión terrenal transita entre el desenfreno y el maleficio, entre la incesante respuesta a inquietudes elementales que dan luz a la matriz existencial. Y, desde luego, los abismos son elementos consecuentes de decisiones equivocadas, o por decir lo menos, de aconteceres que desbordan lo cotidiano.

Precisamente, de los bordes noctámbulos a ratos intransitables, de las lágrimas esparcidas en los rincones oscuros, de las huellas que van dejando las torturas de las almas desaparecidas, de la luz espiritual que renueva la fe, entre otros aspectos vivenciales, es que se refiere Milagros Sefair, en su libro: "Bordeando Abismos” (Editorial Red Artística Sudamericana, mayo 2012).

Los relatos de Milagros guardan una línea temática variada pero que gira en un eje central: la conducta humana en sus complicaciones, aberraciones y cegueras. El suspenso policiaco, la trama que deriva en crónica roja, el morbo de la prensa con intereses corporativos, las relaciones familiares, el anhelo emancipador de la juventud rebelde, el consumo de sustancias psicotrópicas ante la mirada insensible de una sociedad hipócrita y retraída en sus propios demonios, se leen en un solo soplo narrativo.

Milagros pregona a favor de los bienaventurados, quienes observan la luz a través del corazón, fustiga a los seres embebidos de la fatuidad del comportamiento humano y de lo insubstancial de las cosas, increpa a la pobreza y retrata la paranoia de los tiempos actuales.

Desempolva los recuerdos de los ausentes en la parodia que provoca la gran ciudad sumida en el deterioro de valores y receptiva a los tentáculos del desvarío y la muerte. Es la voz crítica e increpadora ante el sistema en plena decadencia. En palabras de la autora: “Ciegos, ¿quiénes? Todos los que no ven, ciegos aquellos que no escuchan las voces de la historia, de nuestro país, de la humanidad. Ciegos los anónimos que surcan veredas sin ver más que sus proyectos. Los que observan al niño mendicante desde sus alturas de edificios vidriados. Ciegos los que firman contratos convenientes para sus bolsillos, mientras otro mundo debajo de ellos se desangra”.

Son cuatro historias diferentes (Los entretelones de un policial urbano, Desapariciones y apariciones, Garantía sin códigos y La secreta visión de la ceguera), narradas por una misma autora, con personajes reducidos al esquema ficticio, quienes, sin embargo, estarán deambulando en la Plaza de las Madres con hálito de coraje y vértigo de historia o en las amplias avenidas de la capital bonaerense, entre la gente que ansía acometer nuevas experiencias en la desidia e indiferencia contemporánea.

La transparencia del lenguaje directo empleado en los textos descritos, es otra de las válidas características que se resalta en la obra en su conjunto. Y, como colofón, el sentido de la libertad como derecho inmanente de las personas y como ejercicio de válida lucidez humana.

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