Publicidad

Ecuador, 30 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

Ejemplo edificante

20 de marzo de 2014

Ningún acto político en Latinoamérica en los últimos años ha dado un ejemplo tan edificante como el observado en la ceremonia de juramentación de la presidenta chilena Michelle Bachelet Jeria, en presencia de la presidenta del Senado, María Isabel Allende Bussi, hija del expresidente Salvador Allende.

Ese acto tuvo un enorme valor político y moral; no solo por el triunfante regreso al poder de una dama con grandes cualidades y dotes morales como la actual presidenta de Chile.

Una ironía es que ambas damas sufrieron en carne propia las consecuencias represivas de un régimen militar autoritario y sanguinario que tomó la ley en sus manos, inconsultamente, atropellando el debido proceso.

Ambas, Bachelet y Allende, fueron víctimas del carácter autoritario de Augusto Pinochet, quien sumió a Chile en un baño de sangre a partir del 11 de septiembre de 1973.

Ese fue el día en que las Fuerzas Armadas chilenas decidieron, alentadas por el gobierno aventurero de Nixon en Estados Unidos, poner fin al gobierno constitucional de Salvador Allende. Ese fue un acto perverso que desintegró el cuerpo social chileno y lo llevó a la más horrible abominación. El presidente Allende murió como consecuencia de la rebelión de Pinochet y sus jefes militares; mientras que el general de aviación Alberto Bachelet, quien presidió la resistencia, fue juzgado como traidor y luego encarcelado por sus compañeros de armas. Falleció de un infarto en una cárcel de Santiago, en marzo de 1974.

Ese acto ominoso no solo enlutó a las dos familias Allende y Bachelet, sino a todo el pueblo chileno y por extensión a toda América Latina.

En aquellos días aciagos parecía que la frustración arropaba a esa nación convirtiendo el pesimismo en el pan de cada día, pero la dialéctica no funciona consistentemente para lo peor, sino que se decanta y se reinicia con un nuevo proceso de corrección cuando se agota toda la capacidad de malignidad.

Y así ocurrió. Pues azotado por la presión política interna y creyéndose realmente respetado y querido por los chilenos, Pinochet propuso una consulta para que el pueblo decidiera si quería o no un régimen militar. Entonces, llegó el ‘NO’ contra Pinochet.

‘No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista’, reza un refrán popular.

Los pueblos recuerdan con agradecimiento el sacrificio de los justos que vivieron con dignidad y valentía, dejando un ejemplo de fe, lealtad y pundonor, como legítimo legado de esperanza por las nobles causas sociales.

El honor se fragua en el sacrificio y allana el camino del porvenir. Hoy, la ironía de que las víctimas de Pinochet en Chile tomen el poder nos llena de una inmensa alegría y un gran orgullo, por aquellos gigantes que asumieron como suya la lucha por la dignidad y la libertad.

En la ceremonia del pasado martes hubo un gran sentimiento de amor por Chile y por esos dos prohombres que nadie olvidará: Salvador Guillermo Allende Gossens y Alberto Arturo Bachelet Martínez. ¡A los señores, todos los honores!

Contenido externo patrocinado