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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Ejemplar diálogo histórico

26 de julio de 2014

Un día como hoy y mañana, 26 y 27 de julio de 1822 en Guayaquil, Simón Bolívar, el Libertador, y José de San Martín, el Protector, grandes héroes de la emancipación de Latinoamérica, celebraron transcendental diálogo, pese a sus diferencias en la forma de gobernar a los pueblos liberados del tutelaje español. Esas memorables fechas cubrieron el escenario del encuentro de dos colosos de este continente que, con su aporte valioso a la causa independentista, legaron un ejemplo de lealtad a sus principios y altruismo para las nuevas generaciones.

Investigadores e historiógrafos han contribuido a despejar el supuesto secretismo del conversatorio de esos dos adalides de América. Bolívar era partidario de la forma de gobierno republicano y San Martín del régimen monárquico, pero coincidentes en la firme lucha por la libertad. Reconocieron el valor geopolítico y estratégico de Guayaquil y se analizaron planes militares para alcanzar, definitivamente, la liberación de Perú. Al término de la cita histórica, se brindó por la felicidad de los dos abanderados. Bolívar, con la altivez de los grandes de la historia, reconoció los méritos del héroe argentino.

El Libertador avanzó más allá de la gloria, como ningún otro en América Hispana, combatió denodadamente por la generación de su época con proyección de futuro: se mostró indiferente frente a la ingratitud; logró la redención de 5 naciones y la integración parcial de la Gran Colombia. El ideal bolivariano sobrevive y cobra vigencia: por un continente liberado del yugo peninsular y sólidamente unido en un ambiente de paz.

Hoy, cuando se reactivan acciones de la derecha política en busca de la restauración conservadora, se recuerda que la democracia se afianza en la mayoría de los pueblos de este continente, garante de la libertad y la integración en sus diversos órdenes, por lo que se llama a defender con decisión todo lo que se ha ganado.

El diálogo de esos dos gigantes de la historia universal debe servir de pauta o guía para el entendimiento, a los restos de la partidocracia, la oligarquía, a los seudogremialistas y más revoltosos, que se dedican todavía a organizar marchas de reclamos y protestas, sin fundamento, eludiendo la discusión reflexiva que aconseja el sentido común.

El Presidente de la República, en varias oportunidades, ha formulado patrióticos llamados a la concertación, a todos los sectores, para construir una patria nueva, pero no ha tenido respuesta, porque la oposición evita el diálogo y solo le interesa mantener su beligerancia contra el régimen del Buen Vivir, mientras columnistas de los medios independientes o comerciales insisten en dimensionar una que otra marcha débil por la falta de apoyo popular. Cabe destacar que hay sectores educativos que aceptan acceder con espíritu conciliador a mantener diálogo en la era del cambio.

El diálogo es el mejor camino para conocer en su amplitud el fondo de los problemas, conflictos o planteamientos y, con suficientes elementos de juicio, lograr un acuerdo justo y satisfactorio entre las partes.

En el debate se descubren errores, se aprecian criterios individuales y, si el caso lo determina, se renuncia a exigencias inútiles, siempre en busca de soluciones acertadas.

El altruista promueve el diálogo y acepta sus yerros, pero el necio arrogante grita: ‘Esta es mi verdad, y va porque va’.

Bolívar y San Martín comprendieron en su época, casi hace 2 siglos, que lo importante es conversar con sinceridad y en forma oportuna para superar diferencias e insistir en el punto de convergencia, el ideal supremo; en este caso, la liberación del tutelaje foráneo.

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