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El Telégrafo

EE.UU., el TPP y Ecuador

16 de enero de 2014

El novelista y dramaturgo francés Alejandro Dumas sostenía que en los negocios “no existen amigos, solamente clientes”. Si esta frase se compara con la realidad actual, habría que colegir que Estados Unidos está apostando a reducir su intercambio comercial con América Latina, en aras de ganar mayor espacio dentro del esquema de integración de los países asiáticos.

Ciertamente, la voluntad política de Obama está puesta en las negociaciones del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), el cual concentraría un mercado de 660 millones de personas, representando casi el 40% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial y más del 27 por ciento del comercio internacional.

El tren de la economía mundial se desplaza en este siglo sobre las ruedas productivas, comerciales y financieras de la región Asia-Pacífico.

En tal virtud, ¿cómo ignorar el impacto de China e India en la marcha de la economía global, tomando en cuenta sus niveles de crecimiento en el volumen del PIB a pesar de la disminución en su ritmo de producción?

Para 2008, Washington no pudo esconder su voluntad política de insertarse en el contexto de integración asiático, a través de un acuerdo de asociación económica.

En 2009, EE.UU. anunció su disposición de sumarse a los países suscriptores del acuerdo TPP, con el propósito de formar un convenio regional de asociación amplia con los más altos estándares de eficacia integracionista en pleno siglo XXI.

Tras concluir las negociaciones sobre acuerdos de libre comercio con Panamá, Colombia y Corea del Sur, al régimen de Obama le interesa suscribir un convenio de asociación con las naciones que conforman el eje comercial Asia-Pacífico.

En las negociaciones del TPP, Vietnam está solicitando que se le otorguen nuevas reglas para poder importar productos e insumos chinos para procesarlos y exportarlos libres de aranceles hacia Estados Unidos, lo que contravendría los términos en que se suscribieron los tratados de libre comercio entre EE.UU. con Centroamérica, Colombia y Perú. Incluso los empresarios estadounidenses están preocupados ante la posible aprobación de las facilidades que se piensan otorgar a China y Vietnam.

Por eso no sería exagerado afirmar que, en la actualidad, a Estados Unidos le interesa más incursionar en la región Asia-Pacífico que mantener los niveles de importaciones de algunos productos procedentes de naciones latinoamericanas.

Ante tales circunstancias, veo con optimismo el viaje efectuado por nuestro Vicepresidente a la República de la India a finales del año pasado y el desplazamiento que tiene previsto realizar este fin de semana a la República Popular China, con el propósito de alentar a los empresarios indios y chinos a invertir en los sectores estratégicos de nuestra economía y buscar el apoyo tecnológico necesario para acelerar el cambio de la matriz productiva.

Sin duda, se trata de una cuestión de intereses económicos, políticos y estratégicos.

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