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El Telégrafo

Edward Grieg (II)

24 de diciembre de 2012

En 1867, Grieg se casa con Nina Hagerup, una diva de gran perspicacia interpretativa, que posee una voz encantadora al extremo de ser comparada con Jenny Lind, llamada el ruiseñor sueco. Nina en adelante lo va a inspirar a convertirse en el más importante autor de canciones escandinavas.

A partir de la boda, la pareja se instala en Cristianía, donde sobreviven con los haberes del compositor como profesor particular y como director de una sociedad coral, labor que le impide dedicarse por completo a la creatividad musical.

En 1868 compone una obra de profundo contenido nórdico, el Concierto para piano, que hasta ahora ejerce una profunda fascinación entre los melómanos por ser de nítido tinte escandinavo y por estar impregnado de las melodías típicas de las canciones y danzas noruegas.

Frank Liszt, insigne compositor y el más virtuoso pianista del siglo XIX, y tal vez de la historia, a cuyas manos llega este concierto, invita a Grieg a que lo visite en Roma; allí, conmovido por el vívido sentimiento nacionalista que se desprende de la obra, la elogia con admiración.

Desde de entonces, el mundo del arte no puede ignorar más a Grieg, que comienza a figurar entre los primeros músicos europeos de la época.

Grieg ve acrecentar su prestigio por su asociación con el escritor Bjornson y con el dramaturgo Henryk Ibsen. Compone una serie de canciones líricas, de coros, de cantatas y de partituras para las obras de teatro de Bjornson y los preludios, los entreactos, los bailes, las canciones y los números corales de la pieza teatral Peer Gynt, obra maestra de Ibsen (originalmente diseñada para ser un drama leído y no representado), razón por la que el pedido de Ibsen se convierte en un encargo urgente que le impide a Grieg llevar a cabo un proyecto bosquejado inicialmente con Bjornson, para elaborar una ópera sobre la vida de Olaf Trygvason, héroe nacional noruego.

El drama y la música de Peer Gynt generan un alto nivel de sinergia, pero es la música la que facilita la comprensión y la aceptación de tan revolucionario texto y ayuda a la obra a ganar adeptos entre la intelectualidad. Es tan atractiva que trasciende el ambiente teatral y al poco tiempo las partituras cobran vida propia y se transforman en dos suites para ser interpretadas por orquestas sinfónicas.

Sin embargo, el drama de Ibsen ha sobrevivido por méritos propios, ya que se trata de una sátira certera que se realiza sobre la base de un profundo estudio psicológico de las debilidades y las contradicciones del ser humano.

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