Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

¿Ecuador tiene talento?

25 de octubre de 2013

A juzgar por el programa de televisión que acaba de terminar en Ecuavisa, obviamente no. Sabemos que todos los programas que ahora pululan por las televisiones comerciales de todo el mundo son franquicias (en este caso de la británica Fremantle) creadas para obtener mejores audiencias, es decir grandes utilidades. No se trata de descubrir talentos ni contribuir al desarrollo de la cultura nacional, se trata de hacer un buen negocio.

El diseño de este tipo de programas (“reality show”) establece con claridad que no hace falta que los jurados sepan de música. Basta con que sean personajes, más o menos conocidos, en general mujeres guapas cumpliendo sus roles específicos; una “light”, una “mala” y una “buena”.  Y con ello basta.

El programa final emitido por Ecuavisa fue el colmo del sentimentalismo y la cursilería. Se trata, para que sea un buen negocio, de encontrar concursantes que permitan jugar con los sentimientos de los espectadores, que provoquen llanto, conmiseración, identificación con el desvalido. Así, no importa que cante bien o cante mal. Es decir, no importa si tiene talento o no. Basta alguna habilidad que no desentone. Es el show que debe conmover a través de las mal llamadas “historias de vida”. Historias siempre penosas: un invidente intenta superarse con el canto, un padre que pretende operar a su hija ganando el concurso o una bailarina que sufre maltrato familiar.

Y el resto lo hacen los jurados, llenos de lugares comunes y frases hechas, con caras compungidas repitiendo hasta el cansancio: “ya eres una ganadora”, “divina”, “fabulosa”, “fantástico”, “preciosa”, “sensacional”, “impecable”.

Al final, volvemos a lo mismo de siempre, a las audiencias, a la perversidad del famoso rating. El fin justifica los medios. No importa humillar a los concursantes, ni tomar el pelo a los espectadores ni deformar el gusto del televidente, solo se trata de competir para obtener más rating. Es por ello que, lamentablemente, un programa con alta audiencia casi siempre es un pésimo programa, cualitativamente hablando.

Sin embargo, hay que decirlo, no sucede lo mismo con los programas de concursos nacionales que Ecuavisa organiza, como por ejemplo de las bandas de pueblo o de bandas colegiales. En verdad, nadie ha hecho tanto por recuperar y dar el lugar que le corresponde a las bandas de pueblo como este concurso de Ecuavisa. Ni la declaratoria municipal a las bandas de patrimonio inmaterial ha logrado reivindicar y devolverles el “prestigio” social y cultural como lo ha hecho este concurso.

Por ello, ya es hora de apostar por el verdadero artista que no solo pueda superar las exigencias de un jurado
serio, sino que pueda convertirse, en un plazo inmediato, en un gran cantante, orgullo de todos los ecuatorianos. De esta manera, el canal de televisión cumpliría dos objetivos: obtener (con legitimidad) una gran rentabilidad y asumir una responsabilidad ineludible: contribuir al fomento de la cultura nacional.

Contenido externo patrocinado