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El Telégrafo

Ecuador tiene razón en hacerle frente a EE.UU.

21 de agosto de 2012

Ecuador ya tomó su decisión: concederle asilo político a Julian Assange. Esto surgió a raíz de un incidente que debería disipar cualquier duda en cuanto a los motivos que están detrás de los intentos de Gran Bretaña y Suecia para extraditar al fundador de WikiLeaks, Julian Assange. El pasado miércoles el Gobierno británico hizo una amenaza sin precedentes de invadir la embajada de Ecuador si no entregaban a Assange. Este asalto a la embajada sería una violación tan extrema a las leyes internacionales y a las convenciones diplomáticas que es hasta difícil encontrar un ejemplo en el que algún gobierno democrático haya hecho tal amenaza, peor aún llevarla a cabo.

Cuando el canciller del Ecuador, Ricardo Patiño, en su respuesta enojada y desafiante, divulgó las amenazas escritas, el Gobierno británico trató de retroceder y decir que no se trató de una amenaza de invadir la embajada (que constituye territorio soberano de otro país). ¿Pero qué otra cosa podemos inferir de estas palabras en la carta entregada por un funcionario británico?

“Usted debe conocer que existe una base legal en Gran Bretaña, la Ley de Instalaciones Diplomáticas y Consulares de 1987, que nos permitiría actuar a fin de arrestar al Sr. Assange en las instalaciones actuales de la embajada. Sinceramente esperamos que no lleguemos a ese punto, pero si no tienen la capacidad de resolver el asunto de la presencia del Sr. Assange en sus instalaciones, esta es una opción que está abierta para nosotros”.

¿Existe alguna persona cuerda que crea que el Gobierno británico haría este tipo de amenazas sin precedentes si simplemente se tratara de un ciudadano extranjero ordinario que ha sido solicitado para una interrogación (no por cargos penales o por algún juicio) por un gobierno extranjero?

La decisión del Ecuador de conceder asilo político a Assange fue tanto predecible como razonable. Pero este también es un caso revolucionario que tiene una trascendencia histórica considerable. Primero, las características del caso: Assange claramente tiene un temor de persecución bien fundado si fuese extraditado a Suecia. Se conoce muy bien que él sería echado en la cárcel inmediatamente. Como a él no se le ha imputado ningún crimen, y el Gobierno sueco no tiene ninguna causa legítima para traerlo a Suecia, esto por sí mismo constituye una forma de persecución.

Podemos deducir que los suecos no tienen causa legal para la extradición, ya  que a ellos se les ofreció reiteradamente la oportunidad de interrogarlo en GB, pero la rechazaron, y se han negado a emitir una causa para tal negación. Hace unas pocas semanas el Gobierno ecuatoriano ofreció que se interrogara a Assange en la embajada de Londres, donde Assange ha estado viviendo desde el 19 de junio, pero el Gobierno sueco rechazó el ofrecimiento, asimismo, sin explicar las razones. Aquel fue un acto de mala fe dentro de el proceso de negociación que se llevaba a cabo entre los gobiernos para resolver la situación.

El ex fiscal general del distrito de Estocolmo Sven-Erik Alhem también puso en claro que el Gobierno de Suecia no tenía causas legítimas para pedir la extradición de Assange al testificar que la decisión del Gobierno sueco de pedir la extradición de Assange es “irrazonable y contraria a la ética profesional, además de injusta y desproporcionada”, porque a él se lo podría fácilmente interrogar en Gran Bretaña.

Pero lo más importante es que el Gobierno de Ecuador coincide con Assange en cuanto a que él tenía un temor razonable de una segunda extradición a los EE.UU., y ser perseguido aquí por sus actividades como periodista. Las evidencias para esto fueron sólidas. Algunos ejemplos: una investigación en marcha sobre Assange y WikiLeaks en EE.UU.; pruebas de que ya se ha preparado una acusación formal; declaraciones hechas por importantes funcionarios públicos, como la senadora demócrata Diane Feinstein, de que él debería ser enjuiciado por espionaje, lo cual conlleva una posible pena de muerte o cadena perpetua.

¿Por qué este caso es tan importante? Posiblemente esta es la primera vez  que un ciudadano que huye de una persecución política orquestada por los EE.UU. reciba asilo político de un gobierno democrático que busca defender las convenciones internacionales sobre los derechos humanos. Esto es sumamente importante, porque por más de 60 años EE.UU. se ha presentado internacionalmente como un proponente de los derechos humanos, especialmente durante la guerra fría. Y muchas personas han buscado y recibido asilo en EE.UU..

La noción de que el Gobierno de EE.UU. es un defensor de los derechos humanos, generalmente percibida dentro de EE.UU. y los países aliados, se sustentaba en la desestimación de los derechos humanos de las víctimas en las guerras de EE.UU. y su política internacional, como los 3 millones de vietnamitas o más de un millón de iraquíes que fueron asesinados, y los muchos millones que fueron desplazados, heridos o acosados por las acciones de EE.UU.. Esa noción de que EE.UU. debe ser juzgado solamente por lo que hace dentro de sus fronteras está perdiendo apoyo conforme el mundo se hace más multipolar económica y políticamente; Washington pierde poder e influencia, y sus guerras, invasiones y ocupaciones son vistas como acciones legítimas por menos y menos personas.

Al mismo tiempo, a lo largo de esta última década, la situación de los derechos humanos en los mismos EE.UU. se ha deteriorado. Por supuesto que antes de la legislación de los derechos civiles en la década de 1960, millones de afroamericanos en los Estados del sur no tenían el derecho al voto, además de otros derechos civiles, con la consiguiente vergüenza internacional, fue en parte lo que permitió que el movimiento por los derechos civiles tuviera éxito. Pero por lo menos al finalizar esa década, EE.UU. pudo ser visto como un ejemplo positivo internamente en cuanto al imperio de la ley, el debido proceso y la protección de los derechos y libertades civiles.

Hoy EE.UU. proclama su derecho a detener a sus ciudadanos indefinidamente; el presidente puede ordenar el asesinato de un ciudadano sin por lo menos oír el caso; el Gobierno puede espiar a sus ciudadanos sin una orden judicial; y sus funcionarios tienen inmunidad ante un enjuiciamiento por crímenes de guerra. Perjudica también el hecho de que EE.UU. tiene menos del 5% de la población del mundo, pero casi un cuarto de la población carcelaria, muchos de ellos víctimas de una “guerra contra las drogas” que rápidamente está perdiendo legitimidad en el resto del mundo.

La exitosa solicitud de Assange al asilo para protegerse de EE.UU. es otro golpe contra la reputación internacional de Washington. Al mismo tiempo demuestra cuán importante es que existan gobiernos democráticos que se mantengan independientes de EE.UU., a diferencia de Suecia y Gran Bretaña, que no colaboren en la persecución de periodistas por simple conveniencia. Afortunadamente otros gobiernos le dirán a Gran Bretaña que las amenazas de invadir la embajada de otro país los pondría fuera del círculo de las naciones que se apegan a la ley.

Es interesante ver a los periodistas pro Washington y sus fuentes buscar motivos autocomplacientes que le puedan atribuir al Gobierno de Ecuador por haber concedido el asilo. Correa quiere presentarse como el campeón de la libertad de expresión, dicen; o que él quiere asestarle un golpe a EE.UU., o posicionarse como un líder internacional. Pero eso es ridículo.

Correa no quiso este enredo y ha sido una situación en la que ha tenido más que perder que de ganar desde el comienzo. Ha sufrido una creciente tensión con tres países que son diplomáticamente importantes para el Ecuador, EE.UU., Gran Bretaña y Suecia. EE.UU. es el socio comercial más importante para Ecuador y varias veces lo ha amenazado con eliminar las preferencias comerciales que sustentan miles de trabajos en el Ecuador. Y como la mayoría de los medios internacionales han sido hostiles hacia Assange desde el comienzo, han utilizado el pedido de asilo para atacar al Ecuador, acusando al Gobierno de haber impuesto “medidas de fuerza” contra los medios dentro del país.

Como lo he manifestado en otras ocasiones, esta es una burda exageración y tergiversación sobre el Ecuador, el cual tiene una prensa sin censuras que en su mayoría es opositora al Gobierno. Y para la mayoría en el mundo, estas noticias engañosas es todo lo que van a oír o leer sobre el Ecuador por mucho tiempo.

Correa tomó esta decisión porque era la única opción ética. Y cualquiera de los gobiernos independientes, democráticos de Suramérica hubieran hecho lo mismo. Si tan solo las grandes organizaciones mediáticas del mundo tuvieran la misma ética y compromiso con la libertad de expresión y de prensa.

Ahora veremos si el Gobierno británico respetará la ley internacional y las convenciones de los derechos humanos y otorga el salvoconducto a Assange hacia el Ecuador.

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