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El Telégrafo
 Ricardo Hidalgo Ottolenghi

Ecuador, racismo a flor de piel

13 de julio de 2022

De acuerdo con los avances de la Genética y Biología Molecular, el concepto de raza no tiene sentido y sí lo tiene en cambio hablar de etnias, como expresión de la diversidad de los aspectos externos y culturales.

Pero que no tenga sentido hablar de razas, no evita que exista el racismo.

El resurgimiento del racismo y la xenofobia en Ecuador en los últimos días muestra las contradicciones políticas, económicas, sociales y culturales, fruto de la inequidad, las distintas “castas” socioeconómicas, así como de la violencia vivida, entre otros factores.

La protesta social de 18 días trajo como resultado, seis muertos, más de 500 manifestantes heridos, 240 policías lesionados, 2 estados de excepción y cientos de millones de dólares en pérdidas. No hubo ganadores.

Durante el último paro nacional, fue evidente la infiltración de grupos violentos, pero también la estigmatización, criminalización y humillaciones a los indígenas. “ Ustedes solo representan a una pequeña parte del 3% de indígenas. Su líder no es más que un terrorista. Piojosos, apestosos. Primero aprendan a bañarse…” expresó un político en las redes.                             

Este es solo un botón de muestra de la ruptura de la homeostasis social que enfrentamos.

Según Fernando Savater, el racismo y la intolerancia se ceban siempre con los pobres porque "es evidente que hay un componente clasista en el asunto". Y sí, lastimosamente nuestro país es cada vez más clasista y sus ciudadanos “de bien” solo protestan cuando se afecta su estatus quo… están drogados en su burbuja de bienestar.

Se ha dicho ya que la base argumental del rechazo al otro son “los estereotipos y prejuicios que anidan en la matriz psicosocial de los pueblos y en la cultura prevalente de la sociedad sostenida desde la vida cotidiana, los medios de comunicación o el propio sistema educativo”. De ahí al racismo criminal hay un pequeño paso... de la protesta barrial a los pogromos, del grito aislado al linchamiento.

La figura del indígena en nuestras calles asusta a quienes persiguen estabilidad vital y tranquilidad psíquica. Cuando están rodeados de vecinos que se les parecen y creen que donde ellos viven, solo se puede vivir de la manera que conocen: convivir con formas de comportamiento distintas les perturba porque les obliga a cuestionar su propia conducta y sus intereses.

Se inventarán muchas recetas contra lacra del racismo, pero quizá la más efectiva y pragmática para promover la tolerancia sea la educación. Cuando la gente crece junta, se da cuenta que los seres humanos nos parecemos mucho más de lo que nuestras culturas, valores o colores de piel pueden entender.

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