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El Telégrafo

Economía y calidad de vida

05 de diciembre de 2013

La economía como ciencia supera el marco de los números para poner énfasis en el mejoramiento de la calidad de vida de la gente. En efecto, esta se ocupa del estudio de las relaciones de producción, intercambio, distribución y consumo de bienes y servicios, analizando el comportamiento humano en torno a estas fases del proceso económico.

Por el contrario, cuando se concentra exageradamente en los modelos matemáticos y durante el proceso de enseñanza en las aulas universitarias no se pone el acento en lo social y en cada uno de los hombres y mujeres que asisten al mercado en busca de bienes y servicios, hacen de la economía algo oscuro.

Por eso hay que hacer de la economía una ciencia que penetre al entendimiento de la mayor cantidad de personas, porque todos somos economistas vivenciales.

Al respecto, el economista inglés John Maynard Keynes ofreció propuestas de soluciones a la crisis financiera mundial de 1929, conocida como la Gran Depresión, y siempre mostró su oposición por el culto de los modelos numéricos.

En su obra Teoría general del empleo, el interés y el dinero, desafió el paradigma económico dominante en la época de su publicación en 1936. En ella, Keynes afirmaba que el ingreso total de la sociedad estaba definido por la suma del consumo y la inversión; y en una situación de desempleo y capacidad productiva no utilizada, pueden incrementarse el empleo y el ingreso total aumentando primero los gastos, sea en consumo o en inversión. Además, él abogaba por políticas económicas activas por parte del Gobierno para estimular la demanda en tiempos de elevado desempleo, por ejemplo, a través de gastos en obras públicas.

En consecuencia, Keynes era partidario de presentar el mundo en un lenguaje comprensible para la mayoría. Esta es una de las razones por las que se opuso al uso excesivo de las matemáticas en la economía.

Entonces, cabe preguntar: ¿dónde estaban los famosos analistas cuando se produjo el derrumbe de las bolsas de valores y la quiebra bancaria como resultado de la crisis inmobiliaria que se desató en la economía estadounidense desde mediados de 2007? ¿Y por qué los economistas de las grandes corporaciones europeas y norteamericanas se hicieron un ovillo, y no pudieron adelantarse a los graves problemas financieros generados por la Gran Recesión de los años 2008 y 2009, que todavía gravitan sobre la marcha de la economía mundial?

La práctica ha evidenciado que muchos de esos enfoques económicos estuvieron condicionados por la relación laboral con los grupos empresariales de los que eran sus empleados, o por la defensa de un modelo que solo se concibió para rendir culto a las fuerzas del mercado, postulando la inmovilidad y la marginación del Estado.

En conclusión, la economía debe concebirse como una ciencia que persigue el mejoramiento de la calidad de vida de la gente, dejando atrás una obsesiva preferencia por los modelos econométricos que no tienen en cuenta la realidad social en que vivimos.

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