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El Telégrafo

Economía sostenible

18 de abril de 2013

En 1987 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) institucionalizó su definición: “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades”.

De acuerdo con ello, la economía sostenible sería justo lo contrario al modelo económico actual que, no solo ha comprometido las posibilidades de las generaciones futuras, sino que, además, está resultando incapaz de satisfacer las necesidades básicas de las generaciones presentes.

La economía sostenible significa ser conscientes de que el planeta y sus recursos no son inagotables, que la población mundial actual es demasiado elevada para pretender que todos puedan seguir un ritmo de consumo como el establecido en las “sociedades desarrolladas”. Economía sostenible es dejar de utilizar el PIB como referente incuestionable del desarrollo. Es humanizar la sociedad, buscar la cooperación por encima de la competencia. Es vivir, sentir, crear y compartir en vez de consumir. En la economía sostenible no tiene cabida la acumulación de riquezas, como nos enseñan los capitalistas. Más bien, es la economía del sentido y el bien común la que debe primar en estos tiempos de crisis. Una economía eficiente, limpia, auto-reciclada, creativa, adaptable, respetuosa y amigable con el medio ambiente.

Por ejemplo, en el entorno rural, economía sostenible sería: la agricultura ecológica que nos brinde productos con alto valor agregado y una buena cadena de comercialización, evitando herbicidas y la contaminación de las fuentes de agua.

Por el contrario, en el mismo entorno, un ejemplo de economía no sostenible sería: la agricultura basada en “revoluciones verdes” que prometan gran productividad pero a costa de contaminaciones, pesticidas, manipulaciones genéticas de consecuencias presentes y futuras inciertas con alto costo social, comercialización en manos de intermediarios que no pagan ni siquiera los precios de producción de los frutos de la tierra, desprecio por la naturaleza, abandono rural por imposibilidad de sustentar la vida del campesino y por consiguiente, la migración a las grandes ciudades para engrosar las filas de los que viven en la pobreza.

Dicho de otra manera, economía sostenible es la que se basa en algo que nos dé lo necesario para vivir ahora y también para mañana a nuestros hijos y nietos, sin destruir el medio ambiente.

Se deberían gestionar los recursos naturales del mundo de modo que sigan estando disponibles en el futuro, minimizando los impactos negativos del progreso. Hay que procurar ser biocentristas y no antropocentristas. La Tierra es patrimonio de todos los seres vivos, no solamente de los humanos.

Desde la Revolución Industrial los hombres hemos arrasado sistemáticamente con nuestro entorno: los bosques, los ríos, los animales, la atmósfera, el mar y un largo etcétera. Recordemos que la Tierra no es infinita y solo hay una, hasta que consigamos colonizar otros planetas.

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