Cuando Lenín Moreno, vicepresidente de Ecuador, tras cruzar una rampa especial en su silla de ruedas y llegó al auditorio Agustín Cueva, fue recibido por los asistentes de pie y un tema: Escucha hermano / la canción de la alegría / el canto alegre / del que espera un nuevo día...
Era el coro universitario que interpretaba una versión del “Himno a la alegría”, del poeta alemán Friedrich von Schiller, publicado por primera vez en 1786 y que Beethoven musicalizó como parte de la Novena Sinfonía.
En su discurso magistral de Doctor Honoris Causa, Lenín Moreno citó una frase del texto original: “Alegría, bella chispa divina, / Hija del Elíseo, / Entramos, ebrios de fuego, / Divina, en tu santuario”. Recordó que los Campos Elíseos, según los griegos, era un lugar sagrado del infierno, “donde las sombras de los hombres virtuosos y los guerreros heroicos llevaban una existencia dichosa y feliz”. Era, como se diría, una versión del cielo cristiano, contrario al tártaro, el lugar de tormentos y sufrimientos eternos.
Su discurso se lee en el segundo tomo de Foro Universitario, un libro de 402 páginas que acaba de presentar la Universidad Técnica del Norte, en Ibarra, a través de su Instituto de Altos Estudios, con la edición de Oswaldo Salazar (www.utn.edu.ec/altosestudios). Allí, el gestor de la campaña Manuela Espejo se pregunta si los discapacitados están esperando dignidad. No, responde, los que están recuperando la dignidad son las personas que no tenían discapacidad.
El libro propone una mirada contemporánea de temas como la situación de género, el debate del agua y la minería, desde las visiones de los pueblos originarios o desde las lógicas del poder; la propuesta del Yasuní ITT (esa disputa de pasar de país extractivista o apostar a uno megabiodiverso), el abordaje del consumo en un planeta que no resiste ser un gran centro comercial, el 30-S…
En la contraportada se lee: “La Universidad ecuatoriana pasa de una visión pedagógica, de los años 80 del siglo pasado, a una Universidad de investigación, acorde al primer cuarto del siglo XXI. Las ciencias sociales han sido vistas desde la lógica del capital como un ancla para el progreso; han sido las ciencias llamadas puras las que nos han encadenado al engranaje de la supuesta civilización, como nos recuerda Ernesto Sabato. Sin embargo, ese engranaje ha perdido humanidad”.
Al final del acto de investidura el coro interpretó un tema de Fito Páez: “Quien dijo que todo está perdido / yo vengo a ofrecer mi corazón / tanta sangre que se llevó el río / yo vengo a ofrecer mi corazón / no será tan fácil…”.