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Ecuador, 03 de Octubre de 2024
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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Dónde estaba la derecha el 1 de mayo?

03 de mayo de 2015

Asumamos, por un minuto, que Blasco Peñaherrera Solah es de izquierda y que su presencia en la marcha del FUT del viernes pasado es lógica y natural. Igualmente, asumamos que si la izquierda más radical, ética y pura del Ecuador estuvo en la Plaza de San Francisco, ¿qué hacía ahí un asambleísta de derecha como Diego Salgado, bajo un telón de Liberación Ciudadana? Y si todos los actores políticos del aparato mediático conservador se proclaman ahora defensores de la Conaie y del FUT, de los derechos laborales y de las causas históricas de la izquierda, ¿por qué todos sus periodistas ‘estrella’ el viernes proclamaban el supuesto éxito del FUT mientras exigen al resto de medios y periodistas neutralidad, objetividad, ética, responsabilidad profesional y hasta honestidad intelectual con los hechos y la realidad? Algo más: ¿por qué ciertos grupos feministas le reclaman al FUT y a la Conaie no incluir en su plataforma de demandas los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres?

¿Por qué hago estas preguntas obvias y hasta insolentes cuando los académicos y especialistas reclaman franqueza para entender lo que ocurre en el proceso político ecuatoriano de estos tiempos?

Por la sencilla razón de que la historia de este momento no se está contando con responsabilidad y honestidad. Y fundamentalmente porque la derecha más oligárquica (financiera, industrial, comercial y hacendataria) se unió a la marcha del FUT, tiene pactos públicos y otros velados con la dirigencia de Pachakutik, financia ciertas tareas mediáticas y blogs ‘independientes’, colabora en algunas acciones mafiosas, de espionaje y de desestabilización, con personajes de supuesta neutralidad, democratismo, independencia y liberalismo añejo.

La derecha está en la búsqueda desesperada de recuperar el poder político, la mayoría en la Asamblea y el control de los resortes del manejo económico. Para ello usa a la izquierda ‘pura y casta’. Por eso hay analistas honestos, como Pablo Ospina, por ejemplo, que declaran que esa izquierda no imagina una estrategia para llegar al poder y disputar a PAIS el sentido de la transformación y el cambio efectivamente revolucionario. O como dice Santiago Basabe: acusar de fascista a Correa no le hace ningún favor a esa misma izquierda, porque ni se corresponde con la realidad y mucho menos contribuye a un debate responsable.

En cambio, la derecha se frota las manos porque por fin encuentra que sus postulados e intereses tienen eco en las calles que ocupa el FUT o la Conaie en boca de dirigentes cargados de bilis y poca cordura, en las reuniones secretas y abiertas de la Cámara de Comercio de Quito, y en todas esas visitas que ahora recibe Jaime Nebot, los martes, en Guayaquil.

Por eso quizá también se entiende por qué muchas personas no asistieron a la marcha del FUT del viernes pasado. ¿Será porque sienten que ahí se está fraguando una alianza perniciosa, sospechosa, nada transparente y con un condumio poco izquierdoso, con el único afán de llegar a la Presidencia en 2017? ¿O será que esa derecha revela sus ambiciones sin vergüenza alguna y quiere dividir a esa izquierda purista con mucha plata? (O)

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