Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Donde cae el mandato

18 de octubre de 2013

Edmund Burke, un escritor y político británico del siglo XVIII, argumentaba que un representante, un mandatario, debía siempre preferir los intereses del electorado sobre los de uno mismo. Sin embargo, creía que “su opinión imparcial, su juicio maduro, su conciencia iluminada, no puede ser sacrificada a ti, a ninguna persona o a ningún conjunto de personas”. Bajo esa premisa, en caso de existir un conflicto, es del interés del electorado ceder ante el representante y la obligación del representante es la de seguir su propio juicio. Es la concepción del mandato personal.

El Presidente -al igual que el resto de los representantes- debe recordar que es accesorio al proyecto, al Sumak KawsayHabrá alguno que considere las aproximaciones de Burke inaceptables. Especialmente aquellos que consideran que son los mejores jueces de sus propios intereses. Incluso aquellos que están dispuestos a conceder que sus representantes tienen una mayor competencia para evaluar políticas públicas, no necesariamente cederán a su posición. Pero la opinión mediática parece decantar por las aproximaciones conservadoras monárquicas y elitistas de Burke. Parece que los detractores de la asambleísta Pabón ahora creen en su superior idoneidad. Superior a la de sus mandantes.

Pero la asambleísta Pabón tenía un mandato. Un mandato conferido por los votantes de la Circunscripción 2 de Pichincha. También un mandato alineado a un proyecto político. Y un mandato alineado a un candidato presidencial en su calidad de líder del partido. Su moción debió ser alineada, desde su subjetividad sincera, a estos mandatos. Y si lo fue, entonces la culpa recae sobre el retiro de su moción. Puede ser, también, que su mandato contemple la deliberación legislativa. Con una mayoría como la de PAIS, había mucho que ganar. Pero el mandato lo conferimos los votantes. Habrá que ver nuestra respuesta en las urnas.

Hay, sin embargo, una concepción aún más extraña que nace desde las palabras del presidente Correa. Pensar que hay una deuda con él como instrumento político para ganar elecciones es deslegitimar las concepciones más amplias del proyecto político. Es legitimar el proyecto únicamente a través de aquello que consigue votos como representante único, más que poner al proyecto como el vehículo movilizador. El Presidente -al igual que el resto de los representantes- debe recordar que es accesorio al proyecto, al Sumak Kawsay. Debe recordar que su popularidad y acogida son producto del proyecto, y no viceversa. Debemos recordar que el mandato lo conferimos los ciudadanos y, al fin y al cabo, es a nuestras inclinaciones, a nuestras preferencias y a nuestros caprichos que el proceso se debe. No a los del Presidente.

Contenido externo patrocinado