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El Telégrafo
 Ricardo Hidalgo Ottolenghi

Dolores de envidia: diagnóstico y tratamiento

04 de mayo de 2022

Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, se define a éste como una “experiencia emocional y sensorial desagradable, asociada con daño en los tejidos u órganos”.

 

Al estudiar su fisiopatología, suele ser mandatorio la diferenciación entre dolor agudo o crónico y, su clasificación depende del origen, causalidad, intensidad, patrón de ocurrencia, etc.

 

Pero sin duda, hay otro tipo de dolores que si bien no constan en ningún tratado de clínica médica son muy frecuentes durante la vida diaria. Me refiero a los dolores provocados por la envidia, uno de los pecados nacionales que consiste en gozar del mal ajeno y entristecerse por el bien del vecino.

 

Para introducirnos en el tema, es bueno traer a colación lo dicho por un filósofo griego: "dolor causado por la buena suerte que tiene alguien que se nos asemeja". Dolor que, a veces, puede provocarnos alguna que otra jaqueca y hasta una úlcera al estómago; y en ocasiones producirnos una actitud de doble naturaleza: deseo y rechazo, admiración y negación. Dolores de envidia; que por más que se le razone al envidioso cuando cierra sus ojos con fuerza, tapa sus oídos o aprieta las mandíbulas... termina provocándose una autolisis (degradación de los tejidos por sus propias enzimas).

 

Y es que desde niños almacenamos toda clase de aspiraciones, sueños y anhelos, muchos de los cuales la vida misma nos enseña a renunciar por estar bastante alejados de nuestras posibilidades (deseo de poseer el juguete de mi amigo, quiero ser lo que es el otro, ya que, ¿por qué él y no yo?).

 

Cuando alguien como nosotros logra con éxito lo que habíamos depositado en el baúl de los sueños prohibidos, cuando otro consigue realizar aquello a lo que habíamos renunciado, nuestro ego a veces no puede soportarlo... y entonces una saeta cruza nuestro pecho, provocándonos un dolor de infarto que no tenemos, una rabia insostenible que no es precisamente viral, una inyección de emociones y sentimientos, altas dosis de achaques, etc.

 

Pero no hay casualidades, hoy sabemos que la envidia y el dolor físico se procesan en la misma región del encéfalo: la corteza cingulada anterior dorsal, lo que lleva a pensar que el cerebro humano trata las experiencias sociales abstractas como experiencias físicas que incrementan la producción de cortisol y adrenalina (las hormonas del estrés).

 

Una verdadera pena, porque los médicos no podemos tratar los dolores de envidia, las culturas espasmódicas ni la hipertensión social.

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