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El Telégrafo

Doble discurso de la oposición

10 de agosto de 2013

La oligarquía, la casi extinta partidocracia y el periodismo comercial han utilizado el término “democracia” para confundir y defender posiciones en el maridaje político y la “libertad de expresión” como pretexto para agredir al Gobierno y detener la paulatina pérdida del poder mediático. Democracia es una forma de gobierno en que la soberanía reside en el pueblo que la ejercita y de los órganos que elige para representarlo.

Con ocasión de la reciente investidura presidencial de Rafael Correa, los medios de comunicación  “independientes” revelaron su preocupación y el pánico por una supuesta prolongación, sin límites, del mandato de la Revolución Ciudadana. Columnistas se destaparon y reanudaron su arremetida contra el líder socialista siglo XXI y lo tildaron de dictador y fascista, e incluso, como agoreros, se atrevían a presagiar el advenimiento de la era de la tiranía. Alto al  continuismo, pregonaban la prensa privada y la oligarquía, y como respuesta el pensador Ernesto Laclau, al comentar el itinerario político de Latinoamérica, se pronunciaba por la reelección indefinida para que los verdaderos líderes puedan completar o terminar su obra social.

Como la derecha política y sus seguidores camuflados se juegan el último naipe por mantener el bastión Guayaquil, paradójicamente, con el argumento de la continuidad de los proyectos, justifican y aplauden la supuesta decisión de Jaime Nebot de participar nuevamente como candidato en los comicios de 2014. Esconden el requisito de la alterabilidad democrática y, ahora sí, ya consideran el pronunciamiento popular como sustento de la democracia. Ayer reprobaban la proyectada reelección de Correa, a quien calificaban de rey y de ensayista a tirano, y hoy, vergonzosamente y en abierta contradicción, respaldan y presionan al burgomaestre a aceptar la reelección indefinida, porque “los relevos los decide la ciudadanía en las urnas”.

Como estrategia, el líder de la Revolución Ciudadana reta al burgomaestre a definir posición respecto de la reelección indefinida. De Nebot se esperaba el desvío del tema por temor a evidenciar públicamente las contradicciones de los periodistas de oposición -y de él mismo-  y así evitar la condena de la ciudadanía. En el fondo, al Alcalde y a la clase capitalista afincada en esta ciudad solo les interesan sus bienes. Para ellos, el resto del país ya no  vale nada, una vez que la oposición perdió el control político. Precisan recordar que democracia y dictadura, aparte de representar actividades políticas, se reflejan en la vida familiar e institucional. La práctica de la libertad o despotismo se manifiestan en el Municipio, hogar o colegio.

El primer mandatario, Rafael Correa Delgado, nos representa por la voluntad popular, elegido en  consulta libre y democrática.

El pronunciamiento del pueblo en este régimen, socialismo siglo XXI, no es improvisado. Su veredicto en las urnas es inapelable y exige su acatamiento.

La etapa del cambio y de la reivindicación en beneficio de los pobres se inauguró con Rafael Correa y el pueblo decidirá su límite.

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