Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Dialogando con Gonzenbach

23 de julio de 2013

Era un niño terrible en sus años de educación primaria. Ya sea en Guayaquil o en Nueva York. Y también en su tiempo de secundaria en el Colegio Americano, Federico Gonzenbach era un niño terrible. Un pequeño que solo encontraba sosiego cuando dibujaba y rescataba sus poderosos anhelos de creatividad. Por eso pensó hallar su paraíso cuando fue matriculado en la Escuela de Bellas Artes de esta ciudad. Allí estaba a sus anchas. Dibujando, pintando, esculpiendo. Aprendiendo y haciendo arte. Y a la salida de clases, se mantenía muy cerca de su remanso, sentado en la vereda de alguna esquina próxima, tomando apuntes de las casas guayaquileñas y de las costumbres de los habitantes de sus barrios.

Desde años atrás, he admirado cada vez más las obras de Gonzenbach, a sus 56 años ya no una promesa del arte ecuatoriano sino una admirable realidad que lo ubica en un lugar preponderante de la pintura y el dibujo de nuestra nación en la actualidad. Esta avidez mía, que la siento presente por admirar las obras de este artista extraordinario, me llevó a conversar con él un día muy cercano a la inauguración de su exposición “Catarsis” que, con motivo de las fiestas julianas, la Casa de Arte Imaginar exhibirá hasta el 31 del presente.

(...) debo confesar algo: estoy maravillado de estas 5 etapas, porque todas han tenido éxito. He pintado 15.000 cuadros y todos se han vendidoDespués de Guayaquil, su gran pasión, París y Nueva York lo cautivaron, no solo por su permanente actividad cultural y artística, sino -además- por su personalidad incomparable. En ambas urbes estudió y pintó. Durante su permanencia en la capital francesa, en 1990, pasaba pintando en estilo neofigurativo, aquel que distorsiona la figura. “En Nueva York también estudié arte en una academia e intervine en algunas exposiciones colectivas con obras impresionistas. Allí aprendí a obtener ciertos colores de la combinación de otros. Fui después a Miami, en donde pinté en el mismo estilo impresionista, sobre todo paisajes”.

“Yo he pasado por cinco etapas de mi vida artística y con ellas he ido evolucionando. En la primera, a la que he denominado ‘Contrastes’, dibujé mucho a Guayaquil, en las esquinas de sus barrios, en los que aún se mantenían muchas casas antiguas. Hice con ellas numerosas plumillas con tinta china. En ese entonces, conocí diversos personajes, como presidentes de la República y connotados artistas, como Manuel Rendón Seminario, con quien nos hicimos retratos mutuos. En esa etapa, que duró alrededor de 10 años, dibujé las costumbres de entonces, como el panadero o el carbonero. En la segunda etapa llamada ‘Colores’, rompí mis esquemas y pasé de la tinta china al óleo. Pinté diversos temas de Guayaquil, como el montubio remando en el río en su canoa, así como algunos paisajes y marinas. La tercera etapa, denominada ‘Creaciones’, fue neofigurativa y la realicé durante mi permanencia en París.

En la cuarta etapa, a la que llamé ‘Acercamiento’, pinté muchos temas de arte sacro, los Cristos, las Vírgenes. En la quinta etapa, conocida como ‘Abstracción’, me dediqué a la pintura abstracta. Dentro de ella he hecho una serie que se llama ‘Catarsis’. Se caracteriza por ser la liberación del yo interior y se manifiesta en forma de energía etérea, invisible. Pintaba las miles de emociones que tenía en ese momento, porque se vive de emociones, de acuerdo al estado de ánimo de la persona. Y finalmente debo confesar algo: estoy maravillado de estas 5 etapas, porque todas han tenido éxito. He pintado 15.000 cuadros y todos se han vendido. He realizado 350 exposiciones individuales y colectivas, siempre con el mayor éxito”.

Contenido externo patrocinado