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El Telégrafo

¡Despierta, Ecuador!

06 de marzo de 2013

El triunfo de Alianza PAIS se confirma contundente. De alguna manera las izquierdas y afines desaparecen del mapa político popular. De hecho, los ecuatorianos hemos votado por un cambio que ya se nota en muchas realizaciones positivas. No nos dejemos embriagar por una victoria merecida. Un proyecto de revolución ciudadana se construye con la participación mayoritaria de un pueblo organizado, lo que todavía no es la realidad. La propuesta de un socialismo latinoamericano del siglo 21 no ha sido la tonalidad de la campaña electoral.

Con un nuevo período de 4 años se va a buscar “profundizar, radicalizar y agilizar” los cambios en marcha para seguir en la transformación del país. El presidente Rafael Correa ha dicho, él mismo, que no hace falta salir del sistema neoliberal para lograr justicia social y dignidad personal y colectiva: “No somos anticapitalistas, no somos antiyanquis, no somos antiimperialistas, somos pro justicia social, pro dignidad, pro soberanía”. Me parecen contradictorios los términos: ¿se puede ir al socialismo con medios capitalistas?

Esta realidad va a ser el gran desafío de los próximos años: ¿cómo utilizar el sistema capitalista para lograr el socialismo? Quienes tienen las claves son los indígenas con su propuesta alternativa del Buen Vivir, los sindicatos que buscan la autogestión de las empresas, los sectores sociales que fomentan la participación deliberativa, las cooperativas que viven la repartición financiera equitativa, los sectores populares organizados que promueven sus dirigentes como portavoces de sus necesidades, opciones y caminos. Así se logra ser los protagonistas de los cambios deseados.

El Ministerio de la Participación Ciudadana ha quedado en deuda con la ciudadanía y los proyectos que presentan son un llamado apremiante para que pase a ser una verdadera realidad. Gracias a la disminución de la pobreza mucha gente está “sacando la cabeza del agua”. Ahora hay que ponerse a nadar organizadamente en la buena dirección: empoderarnos de la revolución ciudadana y de las leyes que la van a ir diseñando y aplicando. La organización en distritos y las elecciones locales del año próximo nos van a dar la medida de nuestras capacidades para construir un futuro mejor desde abajo.

En su tiempo ya Jesús advertía a sus oyentes: “Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de los espinos ni se sacan uvas de las zarzas”. Se nos juzgará sobre los resultados y no sobre nuestras palabras ni intenciones.

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