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El Telégrafo

Desde Lutero y Enrique VIII hasta los evangélicos en Guayaquil

09 de abril de 2013

Muy pocos días atrás Guayaquil fue sorprendida por un hecho tan escandaloso como reprochable. Cerca de 100 evangélicos marcharon por la Avenida 9 de Octubre portando pancartas con los rostros tachados de los papas Benedicto XVI y Francisco. La frase que gritaban “no más idolatría”, la exhibían también en los letreros que llevaban en alto.

Pero lo escandaloso y que fue rechazado por la ciudadanía, fue la forma agresiva como quisieron entrar a la iglesia San Francisco y enfrentar a los feligreses que se encontraban en ese templo escuchando la misa. La confrontación se tornó en una gresca masiva que dejó ver a los evangelistas golpeando a los católicos con sus voluminosas biblias, así como al pastor Eduardo Mora León, que se identificaba como apóstol, mientras destruía los crucifijos que se le ponían frente a él.

Cuando nos enteramos de tan vergonzoso suceso, vinieron a nuestra mente hechos trascendentes en la historia mundial, tanto por la importancia de sus protagonistas como por la fortaleza de los argumentos esgrimidos por ellos: Martín Lutero, Enrique VIII y los máximos representantes de la Iglesia.  Esto, que sucedió en el siglo XVI, no puede compararse con las locuras de los evangelistas de la Plaza San Francisco, que sin duda avergüenzan a la mayoría de sus compañeros.

Martín Lutero nació en Eisleben, Alemania, en 1483, y luego de 22 años ingresó en el monasterio agustino de Erfurt. Posteriormente, cuando había cumplido 24 años, fue ordenado sacerdote. En 1510 viajó a Roma, la capital de la cristiandad, hecho que, lejos de servirle en algo en su afanosa búsqueda espiritual, tuvo para él un efecto contrario, al descubrir la frivolidad y mundanalidad en la que la Iglesia había caído. La decepción para él fue muy profunda, pero de regreso a su patria se doctoró en Teología, en 1512.

Por entonces él dijo: “Si no me convencen mediante testimonios de las escrituras o por un razonamiento evidente (pues que no creo al Papa ni a los concilios solos, porque consta que han errado frecuentemente y contradicho a sí mismos), quedo sujeto a los pasajes de las escrituras aducidos por mí, y mi conciencia está cautiva de la palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme de nada, puesto que no es prudente ni recto obrar contra la conciencia”. Pero la obra maestra de Lutero fue sin duda la traducción de la Biblia al alemán, en un lenguaje tan vivo y popular que todo el mundo lo entendía y lo llevaba consigo a donde iba para leerlo con fervor. Se sabe que para el año 1553 las ediciones del Nuevo Testamento de Lutero eran 58.

Contemporáneo de Martín Lutero, el inglés Enrique VIII nació en Greenwich, en  1491. Fue coronado Rey en 1509 y poco después se casó con Catalina de Aragón. Su gobierno se caracterizó por un gran conflicto con la Iglesia Romana. Además, rotos los nexos de Inglaterra con España -Enrique VIII había repudiado a su esposa Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena- el Papa Clemente VII se negó a divorciar al rey inglés, por haber desencadenado el movimiento protestante. Murió en Westminster, en 1547, luego de haber logrado cortar la injerencia papal en los asuntos políticos y económicos de Inglaterra.

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