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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

Desastres naturales y experiencias

24 de junio de 2014

La Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante Resolución 44/236 (1989), estableció el Día Internacional para la Reducción de los Desastres; y de 1990 a 1999 el Decenio Internacional para su Reducción.

Los desastres: inundaciones, sequías, incendios forestales, deslizamientos de tierra, tormentas tropicales, sismos, erupciones volcánicas, alteran el equilibrio natural de los ecosistemas, cuyas consecuencias en nuestro planeta, en el período comprendido entre 1991 a 2000, se informa que significó la pérdida de la vida de aproximadamente 700 mil personas.

La investigación de los desastres naturales, realizada por entidades internacionales (Pnuma/Cepal) sobre aquellos eventos perniciosos  relacionados con el clima o por fenómenos hídricos-meteorológicos extremos desencadenados en nuestro país, merece atención destacada por su relación con el fenómeno ‘El  Niño’, cuyas inundaciones, como consecuencias recurrentes, provocan un creciente número de víctimas y pérdidas económicas comprometiendo el desarrollo del Ecuador.

Actualmente, tanto los técnicos nacionales como internacionales advierten que la amenaza de una próxima presencia del fenómeno ‘El Niño’ es cada vez más inminente.

En nuestro país, las pérdidas por  presencias del fenómeno ‘El Niño’, en períodos anteriores informadas por la Cepal, fueron: para el período 1982-1983 un total de $ 640,6 millones. De esa cantidad, $ 533,9 millones (83%) fueron por daños directos y los restantes $ 106,7 millones (17%) por daños indirectos.

Los daños ocasionados por ‘El Niño’ de 1997 a 1998 se estimaron en $ 2.869,3 millones. De ellos, $ 783,2 millones (27%) corresponden a daños directos y $ 2.086,1 millones (73%) a daños indirectos. Las pérdidas humanas fueron 786 muertos y 30.000 personas severamente damnificadas  

Las cifras de los daños causados por ‘El Niño’ de 1997-1998 fueron de mayor severidad cuando se comparan con las del fenómeno anterior de 1982-1983. Resultan casi cuatro veces mayores, probablemente porque resultó afectada una mayor superficie y, asimismo, las inversiones establecidas eran mayores.

La comparación demuestra que en el 97, poco se había aprendido de las experiencias anteriores (1982) para mejorar la atención preventiva y los procesos de rehabilitación. Actualmente, en nuestro país, las inversiones ejecutadas para su desarrollo son mucho mayores que las realizadas en la década pasada. Tenemos más que perder. Es de esperar mayor eficiencia para enfrentar los desastres, que la demostrada anteriormente.

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