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El Telégrafo

Derecho a estudiar hasta el límite de las aptitudes y talentos (2)

23 de marzo de 2013

El pedagogo, psicólogo  y psiquiatra Henri Wallon junto con el físico Paul Langevin en 1945 lanzaron a Francia y al mundo el Plan de Reforma Educativa que lleva sus nombres,  del cual el psicólogo Alberto Merani llegó a expresar: “Jamás la pedagogía ni la psicología, sobre todo aplicada, tuvieron mejor puesta a punto, jamás en tan pocas páginas (44) se llegó a condensar con igual claridad y precisión tanta doctrina y tanta orientación para que la educación –desde el jardín de niños hasta la universidad-  sirva para formar a un INDIVIDUO HUMANO, por lo mismo concreto y a la vez libre”. 

En el plan humanista que integra todos los niveles y formas de enseñanza, que todavía espera la humanidad su total implementación y que hace 36 años lo difundí en el Ecuador, por primera vez se expresaron  principios fundamentales de la educación, que en forma integral no han sido asumidos por casi la totalidad de países del mundo.
El Plan dice: “Principios Generales: El fin de la enseñanza es: Primero, asegurar a las aptitudes de cada uno el desarrollo de que son susceptibles. Segundo, preparar al niño para las tareas profesionales que le son más accesibles y en las que podrá servir mejor a la colectividad. Tercero, elevar en todo lo posible el nivel cultural de la nación.

Salvo grave enfermedad como para impedir cualquier actividad cultural o profesional, todo niño tiene derecho a la enseñanza  bajo sus dos formas, que deben ser dadas solidariamente. Son los servicios dependientes del Ministerio de Educación Nacional los que tienen a su cargo la responsabilidad de la enseñanza y de la educación en todos sus niveles y en todos sus aspectos. Aseguran, en caso de necesidad, el acuerdo o concurso técnico de servicios que dependen de otros ministerios”.

“El primer principio, el que por valor propio y amplitud de sus consecuencias domina a los demás es el principio de la justicia. Ofrece dos aspectos que de ninguna manera son opuestos, sino complementarios: la igualdad y la diversidad. Todos los niños, cualesquiera que sean sus orígenes familiares, sociales, étnicos, tienen igual derecho al desarrollo máximo de su personalidad. No deben encontrar otra limitación que la de sus aptitudes. La enseñanza debe, pues, ofrecer a todos posibilidades iguales de desarrollo...”. La introducción de la “justicia en la escuela” por la democratización de la enseñanza pondrá a cada uno en el lugar que le asignen sus aptitudes, para el mayor bien de todos”.  En caso contrario, perjuicio de todos.

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