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El Telégrafo

Derecho a estudiar hasta el límite de aptitudes y talentos (4)

06 de abril de 2013

Howard Gardner, norteamericano, catedrático de la Universidad de Harvard, autor de la teoría de las inteligencias múltiples, dejó sin argumentos la creencia de que nuestro cerebro es como una tabla en blanco que podemos llenar y aprender de todo y la concepción de que todos tienen que ser buenos en las modalidades de las inteligencias o aptitudes matemáticas y lingüísticas, en caso contrario deben quedarse de año o no estudiar. Sin embargo, la mayor parte de la educación mundial sigue funcionando con los criterios obsoletos con los que nació y con especulaciones de varios siglos de atraso.

Gardner dice “he postulado que todos los seres humanos son capaces de conocer el mundo de siete modos diferentes, y que en algún lugar he titulado las siete inteligencias humanas. Según este análisis, todos somos capaces de conocer el mundo a través del lenguaje, del análisis lógico-matemático, de la representación espacial, del pensamiento musical, del uso del cuerpo para resolver problemas o hacer cosas, de una comprensión de los demás individuos y de una comprensión de nosotros mismos. Donde los individuos se diferencian es en la intensidad de estas inteligencias –lo que se ha dado en llamar “perfil de inteligencias- y en las formas en que se recurre a esas mismas inteligencias y se las combina para llevar a cabo diferentes labores, para solucionar problemas diversos y progresar en distintos ámbitos”.

Las personas que tienen limitaciones en esas inteligencias, cuando llegan al nivel de insuficiente y son reprobadas por los estándares de los sistemas educativos, pasan a ser estigmatizadas, pierden el año y hasta pueden ser excluidas del sistema escolar. Los sistemas educativos, casi en su totalidad, no respetan las inteligencias múltiples. Únicamente las limitaciones de una persona no se convierten en impedimento o prohibición para avanzar en sus estudios y obtener una profesión, cuando en forma ilícita, ilegal o por compasión se superan los obstáculos permitiendo utilizar sus mejores inteligencias y talentos.

Las limitaciones de unas inteligencias o aptitudes no han sido impedimento, cuando en compensación  el talento y la genialidad creadora se expresan en alguna de las manifestaciones de la cultura. Mientras no se incorporen en las legislaciones educativas el derecho a estudiar hasta el límite de sus aptitudes, ésta será el privilegio de unos pocos. Y como señalaba Aníbal Ponce: “cuando a la cultura se la disfruta como un privilegio, envilece tanto como el oro”.

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